Conspiranoia pura: el CNI arrulla a Podemos

El solsticio de verano aprieta fuerte. Y la canícula suele derretir los cerebelos por estos lares. Las muchas paqueiradas que nacen estos días por los salones de una Corte venida a menos están presididas por esta: el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) habría sido la mano que acunó a Podemos.

Y para apuntalar tamaña idiotez, la prueba: el general que manda el Centro habría pedido/exigido al editor que diera cancha a Pablo Iglesias en Intereconomía cuando el de la coleta iniciaba su larga marcha hacia el Olimpo.

¿Y por qué en Intereconomía y no en Atresmedia o Mediaset? ¿Tenía que ser necesaria y precisamente un medio residual la palanca imprescindible para que el señor Iglesias y su muchachada alcanzaran la gloria? Una de la señas de identidad meridianas que se están produciendo en la España de ahora mismo es que lo viejo (no solo y necesariamente entre la clase política) no termina de morir y lo nuevo no cuaja. Ha sucedido históricamente en las grandes crisis.

Podemos y sus corolarios son el síntoma evidente de algo que se ha producido en la circulación sanguínea del país y como cualquier proceso natural termina por salir a la luz. No tengo ni idea de si su irrupción cuasiviolenta se debe al amparo mediático en La Sexta o Cuatro, pero que había infección no me cabe duda alguna. El jefe del CNI debe tener poderosa mano en Grecia, donde Alexis Tsipras y su movimiento tienen el poder. O en Francia, donde un maremoto populista amenaza la estabilidad de la V República.

La otra tesis conspiranoica pasa por el sempiterno Pedro Arriola. ¿Alguien en su sano juicio puede creer que el sevillano tiene talento, mano, poder, como para poner patas arriba todo el entramado constitucional? ¡Si ni siquiera es capaz de enseñar a su cliente el camino para mantenerse en el poder!

Otra de las características de la coyuntura española es precisamente que hasta el más insignificante eructo salido del más irrelevante sujeto adquiere carta de naturaleza mayor.

¡La releche!