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El hijo de todos
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Graciano Palomo

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El hijo de todos

Mellado ha escrito un libro en el que hay un héroe -Miguel Ángel Blanco- y, de paso, la historia imborrable de unos seres que bien podrían haber formado parte de un batallón nazi

Foto: Foto: Fundación Miguel Ángel Blanco.
Foto: Fundación Miguel Ángel Blanco.

Un grisáceo día del otoño madrileño 2015 había convenido con Miguel Angel Mellado, 30 años escribiendo y dirigiendo historias publicadas, citarnos en un almuerzo en uno de esos encuentros típicos entre viejos roqueros del 'lead', para repasar nuestros respectivos destinos en este oficio raro, tan raro, llamado periodismo. Recuerdo que le comenté que debería hacer un gran reportaje de 300 páginas sobre alguno de los temas que él ha venido manoseando con éxito durante seis lustros.

El enjuto manchego, estajanovista del dato, cincelador hasta el paroxismo de los últimos detalles, me miró y, con esa vocecita suave con que Don Quijote le dotó, me dijo: “La verdad es que lo estoy pensando…algo tengo en mente…”.

Lo que tenía entonces en mente y no me contó me llegó hace unos días en forma de libro perfectamente tabulado por Ymelda Navajo (La Esfera de los Libros) y la buena de Mercedes Pacheco bajo el título 'El hijo de todos' referido al concejal (PP) de Ermua, Miguel Ángel Blanco, muerto a bocajarro por tres asesinos sanguinarios llamados Javier Garcia ('Txapote'), su mujer, Irantxu Gallastegui ('Amaia') y José Luis Geresta ('Oker').

Como yo soy tan raro como mi oficio, durante dos noches seguidas de la terrible calentura capitalina apagué la televisión y me zambullí un tanto alucinado/emocionado en 'El hijo de todos'. Hay datos interesantísimos para entender el asesinato de Blanco que, al final, y al entender del autor (Mellado), consiguió que los sectores hasta entonces insensibles ante el terror etarra cobraran cabal idea de aquella locura asesina y, por ende, poner a la banda de criminales ante el principio del fin.

Insisto. Se trata de una historia periodística cabalmente descrita y magistralmente investigada. Debo escribir y escribo que quizá el dato que más me ha impresionado es saber que la “pareja de la muerte” -Txapote y Amaia- tuvieron dos hijos estando en prisión, “hijos que Miguel Angel Blanco quería tener y no pudo…”.

¿Qué pensarán los hijos (ellos no tienen culpa alguna) de tan siniestros personajes acerca de sus progenitores? ¿Cómo serán capaces de vivir en el futuro cuando se enteren de que son fruto de la “pareja de la muerte”? ¿Cómo podrán explicarles sus padres que a 'Txapote' los “méritos” de esa valentía -pegar dos tiros en la cabeza a un joven e indefenso concejal maniatado- le supuso un ascenso (jefe de comandos) en la organización terrorista?

Ni un perdón, ni una lástima, ni una miaja de arrepentimiento. Todo lo contrario. Estirando las garantías que supone un Estado de derecho en su beneficio y arrojando bombas de sospecha sobre un sistema que garantiza (afortunadamente) sus derechos, incluidos los más prescindibles.

En definitiva, Mellado ha escrito la vida y el asesinato del mártir que venció a ETA. Respecto a lo último tengo algunas dudas, escuchando estos días a Otegi y a los portavoces de Bildu. Ahora y después de que alguien pusiera tan de moda lo de la memoria histórica este libro es una aportación de primer orden.

En efecto, colega. Aunque no tengo muy claro que ETA haya sido vencida -quedan corolarios alarmantes que no matan pero persiguen el mismo objetivo-, en lo que coincido plenamente es que el concejal de Ermua asesinado podía haber sido el hijo, hermano, novio o amigo de cualquiera, pensara como pensase, fuera del partido que fuere.

En el fondo, querido Miguel, has escrito un magnífico libro en el que hay un héroe -a su pesar- y, de paso, la historia imborrable de unos seres envilecidos que bien podrían haber formado parte de un batallón nazi.

Un grisáceo día del otoño madrileño 2015 había convenido con Miguel Angel Mellado, 30 años escribiendo y dirigiendo historias publicadas, citarnos en un almuerzo en uno de esos encuentros típicos entre viejos roqueros del 'lead', para repasar nuestros respectivos destinos en este oficio raro, tan raro, llamado periodismo. Recuerdo que le comenté que debería hacer un gran reportaje de 300 páginas sobre alguno de los temas que él ha venido manoseando con éxito durante seis lustros.

Miguel Ángel Blanco Memoria histórica