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Graciano Palomo

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PP: ahora toca desbloquear el partido

El PP no debería resignarse a ser un inmenso lugar de acogida de la tercera edad, escrito sea esto con el máximo respeto. No es un buen negocio para el centro derecha político

Foto: Mariano Rajoy y José María Aznar en la Convención Nacional del PP. (EFE)
Mariano Rajoy y José María Aznar en la Convención Nacional del PP. (EFE)

Mariano Rajoy presidió este viernes el último Consejo de Ministros “en funciones”. El próximo aquelarre ministerial lo hará ya en plenitud de poder. Le queda tajo por cavar como jefe del Ejecutivo, sin duda, pero también y singularmente como comandante del primer partido político de España.

El XVIII Congreso Nacional se ha hecho esperar bajo el razonable argumento de que antes estaba el desbloqueo institucional. Ahora ya no hay excusas. Informaciones procedentes de la alta dirección popular señalan finales del próximo mes de febrero para llevar a cabo el cónclave del centro derecha que de alguna forma orientará al observador sobre el futuro 'ad hominem' de la dirigencia.

Pero no es solo eso lo que interesa. El PP cumple una etapa larga bajo las premisas aznaristas establecidas en el congreso de Sevilla de 1990. Las cuadernas vías de entonces se han extraviado por mor de la inmensa corrupción y, además, por haberse metido debajo de la mesa en cuestiones ideológicas claves. Aznar levantó una formidable organización que ha sido horadada por el gusano corrupto que el mismo permitió que entrara en esa casa.

Los jóvenes autoconsiderados liberales, democristianos o tibiamente socialdemócratas —en cualquier caso, que no quieren ser de izquierdas— se han ido en busca de otros cobijos políticos como puede ser Ciudadanos. Asunto capital donde los haya porque el PP no debería resignarse a ser un inmenso lugar de acogida de la tercera edad, escrito sea esto con el máximo respeto. No es un buen negocio para el centro derecha político que el centro derecha social abomine de unas siglas por razón de su anquilosamiento, su imagen arcaica, su decadencia ideológica y la aceptación de una realidad oficial que no corresponde con el dinamismo y el progresismo de votantes con vitola presentable.

Rajoy es consciente de que no puede hacer lo que en su día hizo José María Aznar. De ahí su responsabilidad a la hora de propiciar un congreso abierto, democrático; a partir de ahí el que más chifle, capador. Al mismo tiempo tienen el reto de demostrar que todo lo que no se alinea con postulados de izquierda no tiene que pasar necesariamente por caverna, conservadurismo y antisocial.

Mariano Rajoy presidió este viernes el último Consejo de Ministros “en funciones”. El próximo aquelarre ministerial lo hará ya en plenitud de poder. Le queda tajo por cavar como jefe del Ejecutivo, sin duda, pero también y singularmente como comandante del primer partido político de España.

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