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Rumbo al Pacto de la Moncloa II
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Graciano Palomo

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Rumbo al Pacto de la Moncloa II

Salvadas todas las distancias con las históricas reuniones convocadas por Adolfo Suárez, ahora una mayoría de la población hace rogativas para que sus dirigentes políticos pacten

Foto: Mariano Rajoy reunido con los agentes sociales de CCOO, UGT y CEOE. (EFE)
Mariano Rajoy reunido con los agentes sociales de CCOO, UGT y CEOE. (EFE)

Cada 80 años más o menos este país suele volverse loco para acto seguido entrarle a toda prisa un acceso de cordura. Ahora una inmensa mayoría de la población hace rogativas para que sus dirigentes políticos pacten sea día, noche o la hora del almuerzo.

De modo y manera que la reunión a tres bandas llevada a cabo el pasado jueves en el palacio de la Moncloa recuerda, salvadas todas las circunstancias y las distancias, a las históricas convocadas hace ahora cuatro décadas por Adolfo Suárez y que finalmente concluyeron en los Pactos de la Moncloa que supusieron el éxito básico en el milagro de la Transición.

En la misma Moncloa se encontraron el pasado día 24, por el Gobierno, Mariano Rajoy y Fátima Báñez (una ministra claramente al alza y cada vez con más peso específico); y Joan Rosell y Antonio Garamendi en representación de CEOE y CEPIME e Ignacio Fernández Toxo y José María Álvarez por CCOO y UGT, respectivamente. Pinta bien el cuadro.

Foto: Manifestación de CCOO en Madrid. (Efe)

Pensiones (con una carga extraordinaria a fecha fija), salarios y competitividad como piezas esenciales de un pacto básico que permitiría relanzar tantas cosas, entre ellas la moral de un pueblo estrujado por una clase política bastante inexportable. Están obligados todos como en aquellos años iniciales de la andadura democrática. El pacto es posible. Ahora. A gran escala. Esto es lo que permite deducirse de las informaciones que emanan del aquelarre monclovita. No solo por parte del Gobierno y de la patronal —siempre los más proclives al acuerdo por lo que les va en ello—, sino también por parte sindical que antes se denominaba “obrera”.

Al mismo tendrían que sumarse —tampoco se oponen— los partidos políticos del arco parlamentario. PSOE y Ciudadanos están locos por la música aunque desea Rivera ampliarlo con temas políticos, en especial la reforma de la ley electoral por lo que a ellos les va en el envite. Tampoco será difícil sumar a PNV y a la antigua CIU en temas económicos, que es lo auténticamente suyo. Quedaría solo en su guateque Podemos jugando al solitario. Tampoco preocupa en demasía. Siempre tuvieron vocación de marginalidad, salvo que ahora los acompañan cinco millones.

Cada 80 años más o menos este país suele volverse loco para acto seguido entrarle a toda prisa un acceso de cordura. Ahora una inmensa mayoría de la población hace rogativas para que sus dirigentes políticos pacten sea día, noche o la hora del almuerzo.

Moncloa PNV CiU Adolfo Suárez