¿Es posible hoy la república?

Por vez primera en casi 40 años una formación política relevante en el Parlamento hace cuestión de gabinete en todo lo referido a la forma de Estado (y de gobierno). Es verdad que en el ADN dePodemosva de suyo de la defensa de la república (en la IU de Garzón, de forma mucho más agresiva) pero no es menos cierto que en el vademécum podemista esta cuestión nunca ha sido ni planteada ni vendida como esencial.

Manuel Capilla, reputado y respetado colega, apunta que el líder indiscutible (no sé si discutido) de la emergente fuerza política ha venido conjugando la crítica a la institución en sí misma por antidemocrática con guiños personales al rey Felipe. Parece ser cierto que la distancia que marca en la actualidad y tras las segundas elecciones generales tiene que ver con la exigencia de las bases, declaradamente republicanas y a las propias exigencias de Alberto Garzón y otros comunistas radicales incrustados ahora en el nuevo autobús.

Como recientemente dijo Errejón, “las guerras que se pierden, se pierden...” Aún más: “No se puede hacer política hoy intentando ajustar cuentas con el pasado”

No puede afirmarse en puridad que el advenimiento de la III República sea algo ni prioritario ni mayoritario para la sociedad española. El último informe del CIS no deja lugar a dudas: el 57% de los españoles alaba el trabajo que viene desarrollando desde su ascenso al trono de Felipe VI. Debo entender que por aquí vienen los equilibrios de Pablo Iglesias en una cuestión que, en efecto, no genera consensos entre el pueblo. Hay que defender por guion la república, pero al mismo tiempo no alejarse en exceso del Jefe del Estado. Para lo primero el argumento está ya lo suficientemente manido: “el derecho a decidir del pueblo español”. Pero siempre habrá a “sensu contrario” que ponga pegas en la letra pequeña de ese “derecho a decidir”. Puede que en 1978, como dicen que dijo Adolfo Suárez, la monarquía hubiera sido batida en las urnas; actualmente tengo mis dudas, muchas dudas…

Entre otras razones, porque como recientemente dijo Íñigo Errejón, “las guerras que se pierden, se pierden…”. Aún más: “No se puede hacer política hoy intentando permanentemente ajustar cuentas con el pasado”