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Graciano Palomo

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Lo del Tribunal Constitucional

Lo que la renovada institución debería hacer 'magnis itineribus' es tratar de reconstruir una imagen deteriorada en busca de una credibilidad que ahora mismo no tiene

Foto: Sede del Tribunal Constitucional.
Sede del Tribunal Constitucional.

Seguimos en las mismas. Se ha renovado el Tribunal Constitucional y parece que no hubieran pasado treinta años cuando su entonces presidente Manuel García-Pelayo, el hombre que estuvo en el exilio y era un reputado jurista por encima de toda sospecha pese a su amistad con Felipe González, tuvo que hacer de tripas corazón y convalidar el decreto de expropiación de Rumasa. Aquello le llevó a la tumba prematura a García-Pelayo.

Bien. Leo que el 'conservador' Juan José González Rivas ha sustituido al siempre bajo sospecha Francisco Pérez de los Cobos y la 'progresista' Encarna Roca será la vicepresidenta. El magistrado Andrés Ollero, exdiputado del PP también pretendía ser elegido como 'primus inter pares' pero su militancia religiosa operó el fracaso. Su militancia religiosa y sus 17 años dedicados a la política bajo el paraguas del PP. Sinceramente, me parece bien que se le haya apartado. Lo que no puede ser no puede ser.

Nunca entendí, francamente, la división de los jueces entre progresistas y conservadores. En todo caso habrá que dividirlos entre miembros que saben derecho o que no tiene ni repajolera idea de leyes. Entre los que se han leído la Constitución o de aquellos que la han estudiado.

Creo, por ejemplo, que dar carta de naturaleza a la señora Roca por el hecho de ser catalana me parece una solemne estulticia por no decir estupidez. Encarna Roca tiene una acreditada carrera de jurista prestigiosa y sabe interpretar y aplicar la ley. Esto es lo sustancial. Prueba de ello es que su voto ha ido siempre destinado a frenar los dislates secesionistas.

Lo que el renovado TC debería hacer 'magnis itineribus' es tratar de reconstruir una imagen deteriorada (en ocasiones muy injustamente) en busca de una credibilidad que ahora mismo no tiene.

Por tantas cosas.

Seguimos en las mismas. Se ha renovado el Tribunal Constitucional y parece que no hubieran pasado treinta años cuando su entonces presidente Manuel García-Pelayo, el hombre que estuvo en el exilio y era un reputado jurista por encima de toda sospecha pese a su amistad con Felipe González, tuvo que hacer de tripas corazón y convalidar el decreto de expropiación de Rumasa. Aquello le llevó a la tumba prematura a García-Pelayo.