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La 'vicetodo' les dobla el espinazo
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Graciano Palomo

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La 'vicetodo' les dobla el espinazo

Al final, un Gobierno ha tomado conciencia de que el intento secesionista suponía un grave riesgo y ha decidido coger al toro por los redaños

Foto: La vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, atiende a los medios tras reunirse con el vicepresidente catalán, Oriol Junqueras. (EFE)
La vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, atiende a los medios tras reunirse con el vicepresidente catalán, Oriol Junqueras. (EFE)

No corren buenos tiempos para los que se echaron al monte. En una semana, Artur Mas hizo el ridículo ante el Parlament declarando ante el detritus que les embarga (“yo no sabía”; “yo no llevaba las cuentas”, bla, bla, bla); su amigo Francesc Homs es expulsado del Congreso de los Diputados; Puigdemont y Romeva en Harvard y, encima, su propio CIS confirma que el independentismo está perdiendo fuelle y adeptos.

Ha bastado que el Estado haya decidido comparecer en ese territorio tras cuatro décadas de ausencia para que la situación empiece a cambiar; no radicalmente, pero si perceptiblemente.

Foto: Manifestación independentista. (EFE)

Al final, un Gobierno ha tomado conciencia de que el intento secesionista suponía un grave riesgo y ha decidido coger al toro por los redaños.

“Yo sólo hablo con la sociedad civil catalana”, me dijo la vicepresidenta, Soraya Saénz de Santamaría, esta misma semana. Para avanzar que cuando está en Cataluña nota el afecto de la gente (no toda, pero sí mucha) hasta el punto que la invitan a almorzar en casas privadas de ciudadanos que no conoce.

“No veo agresividad entre los ciudadanos para la representante del Gobierno; más bien al contrario. A mí solo me insulta la Generalitat....”

Lo sustancial es que el presidente Rajoy se fue hasta la Ciudad Condal para prometer una inversión de casi 4.000 millones de euros en tres años en las grandes infraestructuras de aquella comunidad autónoma. Una vieja demanda del empresariado catalán, harto de la dejadez de unos y la locura de los otros. Pues ya está; ahí lo tienen.

“No veo agresividad entre los ciudadanos para la representante del Gobierno; más bien al contrario. A mí solo me insulta la Generalitat....”

Se les podría exigir a cambio de que se levanten contra la opresión nacionalista y la dictadura del 3 por ciento.

La propia vicepresidenta me confesó también que el peligro no ha pasado. Que contemplan momentos duros para los que tienen la responsabilidad de defender la unidad de España: estamos preparados y en todos los frentes. Con la legalidad democrática y constitucional no se juega.

El problema es el pasotismo de tantos. Escribo esto a unos días de que la CUP se pusiera sus camisas pardas para asaltar sedes de formaciones democráticas. Primero vinieron a por ti y yo no era tú.

No corren buenos tiempos para los que se echaron al monte. En una semana, Artur Mas hizo el ridículo ante el Parlament declarando ante el detritus que les embarga (“yo no sabía”; “yo no llevaba las cuentas”, bla, bla, bla); su amigo Francesc Homs es expulsado del Congreso de los Diputados; Puigdemont y Romeva en Harvard y, encima, su propio CIS confirma que el independentismo está perdiendo fuelle y adeptos.

Soraya Sáenz de Santamaría Artur Mas