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La "fuerza" que teme el secesionista
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Graciano Palomo

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La "fuerza" que teme el secesionista

Creo que a Mariano Rajoy le faltaron reflejos en esos momentos dramáticos cuando el jefe del Gobierno catalán le preguntó si piensa utilizar la “fuerza” para impedir el referéndum

Foto: Urna reivindicativa en apoyo al expresidente Artur Mas, la exvicepresidenta Joana Ortega y la exconsellera Irene Rigau en el juicio por el 9-N. (EFE)
Urna reivindicativa en apoyo al expresidente Artur Mas, la exvicepresidenta Joana Ortega y la exconsellera Irene Rigau en el juicio por el 9-N. (EFE)

¡Están envalentonados! En una carrera desbocada hacia el abismo. Conocen la debilidad del presidente y del Estado porque no pueden, ni quieren, entrar en una espiral infernal que nos conduciría a todos a las puertas mismas del averno.

Creo que a Mariano Rajoy le faltaron reflejos en esos momentos dramáticos cuando el jefe del Gobierno catalán le preguntó si piensa utilizar la “fuerza” para impedir el referéndum de autodeterminación que propugna. Le podía, por ejemplo, haber espetado esto:

- "Sí, la fuerza que me concede el Estado de derecho, la Constitución, las leyes en general, el 'statu quo' histórico, la legalidad que emana de la Unión Europea, del apoyo inequívoco internacional y del sentir mayoritario de 47 millones de españoles".

Porque seguimos instalados en lo mismo. En un tira y afloja permanente, desgarrador, infinito, estéril y valleinclanesco (por lo esperpéntico).

Sus provocaciones constantes, sus bravatas pueblerinas, sus absurdos históricos y su retorcimiento de la verdad no pueden alumbrar nada

Desde que el señor Mas decidió escoger la vía de la caverna cuando le negaron la pasta que en esos momentos exigía (entre otras razones porque no la había), Rajoy, Soraya y el resto de las fuerzas constitucionalistas (aunque no todas) se abrazaron a la “proporcionalidad” y a la mesura para no incendiar el edificio. Da igual porque los secesionistas lo que pretenden es precisamente el incendio sencillamente porque desde la normalidad democrática no se comen un colín.

Sus provocaciones constantes, sus bravatas pueblerinas, sus absurdos históricos y su retorcimiento de la verdad no pueden alumbrar nada de lo que puedan sentirse orgullosos cuando todo este quilombo se contemple con serenidad histórica.

El Gobierno dice que en modo alguno se volverá a repetir el malhadado 9-N. ¿Cómo la va a impedir? Algunos datos tenemos al respecto. Una empresa maña ha declinado la oferta de construir urnas y papeletas al llegar un requerimiento de que se abstenga porque le aplicarán la legalidad vigente.

Mas, Puigdemont, Junqueras y el resto de conmilitones que no gobiernan pero molestan deberían haber nacido dos siglos antes. Quizá entonces sus sueños equinocciales hubieran encontrado satisfacción.

Hoy el mundo se ha quedado tan pequeño que producen hastío y melancolía ese tipo de vuelos gallináceos.

¡Están envalentonados! En una carrera desbocada hacia el abismo. Conocen la debilidad del presidente y del Estado porque no pueden, ni quieren, entrar en una espiral infernal que nos conduciría a todos a las puertas mismas del averno.

Mariano Rajoy Carles Puigdemont Artur Mas