Palo Alto
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Lo que nos faltaba: turismofobia
Cuando el mundo entero se mata por conseguir un pequeño aumento de visitantes que dejen dinero, en España un grupúsculo de chorroborros se ha propuesto exportar un debate inexistente
Éramos pocos y parió la abuela. Ahora a los territorios más opulentos de España –Cataluña, Baleares– les ha dado por repudiar al turista.
Entiendo el malestar de algunos nativos y residentes con ciertos comportamientos de británicos, suecos, finlandeses, alemanes o eslavos que se 'mimetizan' con el alcohol y la montan. Para poner cotos a los desmanes está el poder público, la Policía, los tribunales de justicia y los grilletes. De ahí a diabolizar 'urbi et orbi' a un sector que cambió la España de la zapatilla de esparto al negro charol, media un trecho. Poner en cuestión en modo general un sector que nos ha permitido no estar intervenidos por el Banco Central Europeo y representa el 12% del PIB es algo que solo se les ocurre a los nuevos 'mandarines' en ayuntamientos y comunidades autónomas, entre otras cosas porque sus sueldos están garantizados por la caja del voraz Montoro.
A estos sujetos insolidarios que no han gestionado ni una mercería les ponía a crear alguna especie de Silicon Valley a ver qué son capaces de hacer
¡Seamos serios! Cuando el mundo entero se mata por conseguir un pequeño aumento en el número de visitantes que dejan dinero, en España –que bate todos los récords sin apenas mover un dedo– un grupúsculo de chorroborros se ha propuesto exportar un debate inexistente a nivel general. ¿Se puede ser más cafre pero a la vez más indecente? A estos sujetos insolidarios –¡ya le gustaría a la España interior y olvidada trincar alguna porción del turismo que aborrecen!– que no han gestionado ni una mercería les ponía a crear alguna especie de Silicon Valley a ver qué son capaces de hacer.
Cosa bien distinta es el “modelo”. ¿Quién en su sano juicio va a cuestionar la idea en la consecución de visitantes más acaudalados, responsables, educados y limpios? Nadie. Pero lo que hay es lo que hay; cabe la lucha por mejorarlo, sin duda. No a costa de derribar lo que existe y funciona iniciando un peligroso camino rumbo a lo desconocido.
TurEspaña, según me cuentan, ha ultimado un vasto programa en busca del visitante con dinero al que no solo le interesa tostarse al sol. Desde el “turismo de compras” que tanto ama, por ejemplo, El Corte Inglés y que causa furor entre los chinos.
Hace unos días leí en un diario conocido otrora como "diario independiente de la mañana" esto: “el turismo envilece los lugares y la gente…”. ¿Sí? Pues la receta de este gran estadista debe ser volver a la caverna.