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Los secesionistas cabalgan a su antojo
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Graciano Palomo

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Los secesionistas cabalgan a su antojo

Comprendo la desazón de millones de españoles que aman a su país ante lo que están viendo en Cataluña. Y su pesimismo

Foto: Carles Puigdemont y Oriol Junqueras. (EFE)
Carles Puigdemont y Oriol Junqueras. (EFE)

Día tras día, hora tras hora. Rebeldía, desobediencia, chulería, compran todas sus mentiras, las televisiones españolas son su predio casi exclusivo (unas más que otras pero todas poniendo alfombra), y el Estado aparece como una baratija que pasa de mano en mano.

¿Qué puede hacer el Gobierno ante una situación terrible de degradación democrática? No tengo ni idea. Lo único cierto es que muchos ciudadanos que ven, observar, palpan cómo su país se va al garete mientras siguen pagando impuestos sí o también. La Agencia Tributaria es lo único que parece funcionar en este país, pero, eso sí, siempre contra los mismos. Poderosa con los débiles, débil con los poderosos.

Puigdemont se pasa por la entrepierna los avisos del fiscal, del juez y de María santísima; Junqueras le hace un corte de manga a Montoro y se niega a pasarle la hojuela en que se gasta los cuartos que el ministro le envía todos los meses; ese atrabiliario inexportable que dice apellidarse Rufián se chotea de unos y otros. Hasta los jovenzuelos de la CUP aparecen y se les presenta en las cajas tontas como si fueran grandes estadistas. Se masca una general e inmensa irresponsabilidad que camina aceleradamente hacia el averno. Sarna con gusto no pica.

placeholder Quema banderas en manifestación anticapitalista Barcelona (Twitter)
Quema banderas en manifestación anticapitalista Barcelona (Twitter)

¿Han visto como se han puestos los mandatarios franceses porque los cachorros extremistas de la CUP quemaron una bandera tricolor durante la Diada?

La impresión generalizada entre la opinión pública española es que se ríen abiertamente del Gobierno y los tribunales. Esta es la percepción general. Y la percepción en una democracia es sinónimo de verdad.

Comprendo la desazón de millones de españoles que aman a su país. Y su pesimismo. Cuando se escriba objetivamente la historia de estos sucesos quizá ya podremos saber quiénes son los “quintacolumnistas” que han colaborado en la voladura de la nación más vieja del mundo.

Diríase que España padece de una especial de maldición histórica de cuyos demonios familiares es imposible librarse. Ahí los tienen tan ufanos presumiendo de actos heroicos cuando lo que perpetran son ejercicios totalitarios.

Me lo decía el pasado miércoles un colega francés con grandes dosis de chacota: "Oye, y si les dejáis que se vayan de una vez y os quitáis de encima la pesadilla…¡Vivirías más tranquilos…!"

Respondí: "Podría ser, el problema es que luego irán a por vosotros…"

"¡Qué vengan!", contestó el colega jacobino. "¡A ver si se atreven…!"

Día tras día, hora tras hora. Rebeldía, desobediencia, chulería, compran todas sus mentiras, las televisiones españolas son su predio casi exclusivo (unas más que otras pero todas poniendo alfombra), y el Estado aparece como una baratija que pasa de mano en mano.

Carles Puigdemont Oriol Junqueras