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La España dormida sale de la siesta
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Graciano Palomo

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La España dormida sale de la siesta

Una avezada corresponsal europea en España me lo acaba de decir: este Puigdemont es una máquina haciendo “españolistas”. No sé si es para tanto pero algo se mueve

Foto: Manifestación en la plaza Cibeles (Madrid). (Reuters)
Manifestación en la plaza Cibeles (Madrid). (Reuters)

Tampoco debemos engañarnos. La orgía de información sobre el intento golpista en Cataluña –algunos están haciendo su agosto en forma de 'share' y se les nota– no hace perder a los españoles la perspectiva. Su preocupación fundamental sigue anclada en el paro, las cuestiones económicas y la corrupción. ¡Lógico!

Pero los ataques de los secesionistas, los guetos a los Cuerpos de Seguridad, los insultos y desprecios y la revolución en el 'statu quo' están despertando a los españoles de la larga siesta en relación con la identidad nacional. Especialmente entre las nuevas generaciones en las que desde el gol de Iniesta en Sudáfrica la bandera nacional ha dejado de ser un símbolo “facha”. Nada más hay que ver las movilizaciones en Zaragoza, Salamanca, Madrid, Sevilla, Granada y, en general, en toda España, Barcelona incluida.

Una avezada corresponsal europea en España me lo acaba de decir: este Puigdemont es una máquina haciendo “españolistas”. No sé si es para tanto pero algo se mueve.

Siempre creyeron que España no existía y, si existía, se trataba de una vieja y despellejada nación incapaz de respetarse a sí misma

El rey Felipe, con su determinado y vibrante alegato del pasado miércoles en favor del mantenimiento de la unidad nacional –¿acaso esperaban otra cosa del Jefe del Estado?–, está haciendo el resto entre los menos enfervorecidos. Desde la marca catalana Amichi a Frutas Montijo, SA, por citar tan solo dos ejemplos significativos.

Conozco personalmente desde hace años a algunos de los más conspicuos rupturistas. Siempre creyeron que España no existía y, si existía, se trataba de una vieja y despellejada nación incapaz de respetarse a sí misma.

Estaban equivocados. Persisten en el error. Creo.

Tampoco debemos engañarnos. La orgía de información sobre el intento golpista en Cataluña –algunos están haciendo su agosto en forma de 'share' y se les nota– no hace perder a los españoles la perspectiva. Su preocupación fundamental sigue anclada en el paro, las cuestiones económicas y la corrupción. ¡Lógico!