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Los legajos del Vaticano enajenaron al capo secesionista
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Graciano Palomo

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Los legajos del Vaticano enajenaron al capo secesionista

Se fue a Roma y perdió su fe en España. Se juramentó para destrozar, precisamente, el país que le pagó su estancia en la Ciudad Eterna

Foto: El vicepresidente del Govern, Oriol Junqueras. (EFE)
El vicepresidente del Govern, Oriol Junqueras. (EFE)

Hace falta ser mala gente –presume de todo lo contrario-, muy tonto o estúpidamente lerdo para decir que “las empresas se van de Cataluña porque la policía pega a las gentes en la calle”.

¿Se fueron cuando los Mossos arremetían contra todo lo que se movía? ¡Un poco de por favor! Que, como dice el otro, la exageración conduce directamente a la marginalidad.

Porque, oiga, es lo que ha dicho el compungido y pateado vicepresidente Oriol Junqueras para justificar la huida de empresas de Cataluña, que es su dicasterio propio. Me cuenta una persona muy cercana al jesuítico personaje que acude en sus horas libres a recibir consejos del benedictino abad Soler, que atraviesa por una profunda depresión en su estado anímico que no consiguen levantar ni siquiera las misas casi diarias a las que acude.

Foto: El vicepresidente del Govern y 'conseller' de Economía, Oriol Junqueras. (EFE)

Junqueras, que tiene por oficio historiador (dice), encontró su camino de Damasco redentor cuando fue mandado a investigar en los archivos vaticanos a ver si encontraba la prueba definitiva del genocidio español sobre Cataluña. No encontró otra cosa, se ponga como quiera, que los españoles somos más morenos que los franceses y exactamente igual que los catalanes/españoles. Él mismo se encuentra más parecido físico con Alain Delon que con, por ejemplo, Javier Bardem. Oye, cada uno tiene derecho a consolarse como mejor le venga.

Se fue a Roma y perdió su fe en España. Se juramentó para destrozar, precisamente, el país que le pagó su estancia en la Ciudad Eterna. Ya nos pasó también con Simón Bolívar sin que quepa, por supuesto, ningún punto de contacto entre ambos personajes.

Un jesuita de formación y ejercicio que se precie –si es capo– no se para en barras a la hora de cambiar de capa 'ipso facto' si de lo que se trata es de salvar el trasero. Me cuentan que este Junqueras es, junto a Santi Vila, el convergente atildado con aspiraciones, uno de los que aporrea todas las tardes la centralita de Moncloa al grito de "yo no he sido, eh…".

Si Carles Puigdemont va de gallito –su dinero lo tiene a buen recaudo–, Junqueras va de San Francisco Javier cuando llegó a las costas de Japón

Si Carles Puigdemont, el nieto de andaluces, va de gallito –su dinero lo tiene a buen recaudo–, Junqueras va de san Francisco Javier cuando llegó a las costas del Japón. ¡Pobrecillo! Detrás de ese corpachón orondo y mirada perdida que recita poemas de Aribau en las montañas de Montserrat se esconde un tipo sumamente ambicioso que ha confesado a su círculo interior que ahora su objetivo es no ya estudiar y escribir Historia en su retiro necesario. No. Lo que realmente pretende es que la Historia hable de él.

En este momento, ojo, todo sería para mal porque ha emponzoñado todo lo que toca. Pero también es verdad que la Historia tiene un envés muy delgado y lo que hoy parece mañana no es.

Hace falta ser mala gente –presume de todo lo contrario-, muy tonto o estúpidamente lerdo para decir que “las empresas se van de Cataluña porque la policía pega a las gentes en la calle”.

Oriol Junqueras Vaticano