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Rajoy: un gallego nunca olvida
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Graciano Palomo

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Rajoy: un gallego nunca olvida

Rajoy no olvidará los nombres de aquellos que le han hecho pasar los peores días de su vida y pusieron de nuevo a España al borde mismo del abismo y de la autodestrucción

Foto: Mariano Rajoy en Barcelona. (EFE)
Mariano Rajoy en Barcelona. (EFE)

Uno de los presidentes más carismáticos (y controvertidos) del Ibex, que ha sido entrevistado reciente y ampliamente en la NBC norteamericana, me explica su punto de vista a propósito de los tiempos de Mariano Rajoy en relación con el gran asunto catalán.

Es gallego. Si el jefe del Gobierno hubiera sido castellano, asturiano o riojano probablemente hubiera actuado antes, cuando todos exigíamos que el Ejecutivo tomara medidas ante el desboque secesionista. Luego, lo hubiéramos olvidado y se les hubiera perdonado. Y a otra cosa, mariposa. Sin embargo, un gallego, máxime Rajoy que tiene una memoria prodigiosa de gran opositor, nunca olvida, ni olvida los nombres de las personas que le han situado en tamaña situación.

Ignoro si la impasibilidad de Rajoy se debe a su condición galaica o es natural. Pero su temple es un hecho tan cierto como comprobable a lo largo de su larga carrera política. Supongo que tampoco olvidará fácilmente los nombres de aquellos que le han hecho pasar los peores días de su vida y pusieron de nuevo a España al borde mismo del abismo y de la autodestrucción.

Ignoro si la impasibilidad de Rajoy se debe a su condición galaica o es natural. Pero su temple es un hecho comprobable a lo largo de su carrera política

Como ocurrió en la gran crisis económico-financiera y social del 2012-2013, el jefe del Gobierno ha hecho gala de un reloj especial para medir sus famosos "tiempos". En una ocasión y otra, todo el mundo le empujaba a utilizar la última ratio. En el primero de los casos, los que aporreaban su puerta para que pidiera el rescate (también los de dentro) le escatiman ahora el aguante. En relación con el segundo asunto (el catalán), que abrió la más formidable crisis de Estado desde la Guerra Civil, utilizando un instrumento constitucional que parecía un gran tabú intocable, se demuestra que también lo hizo en el momento en el que pudo construir un arco constitucional con PSOE y Ciudadanos.

Napoleón exigía "tener suerte" a sus coroneles que aspiraban al generalato. Rajoy, en los momentos más dramáticos, ha contado con ese elemento clave en la vida de cualquier ser humano. Tuvo suerte al contar con un jefe de Estado, templado y determinado que supo plantar cara en el momento justo y en el lugar adecuado a la antihistoria.

Uno de los presidentes más carismáticos (y controvertidos) del Ibex, que ha sido entrevistado reciente y ampliamente en la NBC norteamericana, me explica su punto de vista a propósito de los tiempos de Mariano Rajoy en relación con el gran asunto catalán.

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