Aquella Europa Press de los años 70

Acudí el pasado lunes 11 al Desayuno de Europa Press (EP) donde se conmemoraban los 60 años de la fundación de la agencia de noticias privada con la lección del jefe del Gobierno, Mariano Rajoy. No hay nada como decidir sobre vidas y haciendas (empresariales) para que el 'full' esté garantizado.

Incluso por estar estuvo Antonio Miguel Méndez Pozo (el jefe), al que tocó en la misma mesa que otro editor, Antonio Asensio (hijo), aunque también pudo sentar sus posaderas en la mesa de al lado donde estaban los constructores con Florentino Pérez a la cabeza quien, por cierto, no dejó 'croissant' alguno vivo. ¿Hay algo que Méndez no controle? Nada, dice un periodista de Burgos que escribió a su salida de la cárcel aquello de "la prisión hace hombres de bien" y a punto estuvo de ser tirado por las ventanas del Grupo Prisa.

Me acompañaban algunas colegas que no sé si se percataron de lo que esas siglas (EP) significaron para un oficio que entonces tenía dignidad

Bien. Rajoy rindió homenaje a EP y poco más. Un poco de ironía aquí, algo de gracejo allá. Punto. Para el columnista el evento tuvo, sin embargo, algo especial. En aquellos años —primeras elecciones democráticas y la posterior Constitución— Europa Press, bajo la dirección de Antonio Herrero (padre), fue la referencia informativa esencial: exclusivas históricas, primicias de primer orden, periodismo en estado puro sin aditamentos comerciales o 'sponsors aguados'. Era otra época, en efecto. A todos los niveles.

En la mesa de Genoveva Crespo me acompañaban algunas entrañables colegas —Encarna Samitier y Belén Molleda, entre otros— que no sé si se percataron de lo que esas siglas (EP) significaron otrora para un oficio que entonces tenía dignidad y hoy perece en clara decadencia.

La melancolía es un plato que se sirve con el paso del tiempo. Dadas las circunstancias, no hay mejor zulo en el que guarecerse.

¡La vida misma!