Lo de Madrid: Carmena se alía con Montoro

Cuando van camino de cumplirse tres años de la llegada de la izquierda radical (sic) al emblemático Ayuntamiento de Madrid resulta que el Palacio de Cibeles se ha convertido en un carajal trufado de intrigas, ambiciones, navajazos (por precio) y malos humores.

Saludé con un cierto alivio la llegada al poder del primer consistorio de España de una opción que venía a "enamorar" (Carmena 'dixit') a los madrileños, limpiar las calles de la capital convertidas en auténticas pocilgas bajo el mandato de Ana Botella y a regenerar todo lo regenerable tras veinticinco años de mandato de la derecha.

Las esperanzas son para el verano. Mil días después lo que contemplo a diario en las apestadas calles capitalinas la suciedad es una tónica permanente; los marginados visibles aún son más; los nepotismos y el reparto de mamandurrias se ha convertido en un estilo de gobernar y la bajada del déficit se debe fundamentalmente a que no se invierte un maldito euro en las cosas de comer.

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Manuela Carmena, zarandeada durante mucho tiempo por los vientos contradictorios que le auparon al poder aunque no ganó las elecciones, se ha puesto seria y les ha venido a decir a los garzones de mediodía que ahí manda ella. No podía sufrir por más tiempo las afrentas y cortes de manga de sus propios concejales.

En resumen, lo que importa a esta muchachada no difiere mucho de lo que ha sido tradicional por estos lares: lucha por el poder.

Lo que nunca podíamos intuir es que, al final, después de tanta paparruchada dialéctica y prosa de pasquín, la señora exjueza se iba a subir a la carreta de Cristóbal Montoro.

¡Vivir para ver!