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La espada de Junqueras
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Graciano Palomo

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La espada de Junqueras

Ignoro si la espada se la ha hundido en el pecho don Oriol. Lo único que sé en la actual hora es que es un perdedor ante la democracia

Foto: Oriol Junqueras. (Reuters)
Oriol Junqueras. (Reuters)

Me ha llamado la atención el alegato poético-político-histórico del jefe de los republicanos catalanes muñido, al parecer, en sus muchos tiempos muertos y obligados en la prisión madrileña de Estremera.

Habla en dicho alegato de espadas hundidas en el pecho, de vencedores y vencidos. Por ahí no paso. El escogió ser perdedor en pleno siglo XXI cuando el mundo se ha empequeñecido. Debería haber nacido a finales del XVIII o principios del XIX y haber abrevado entre 'carlistones' al paño.

Escrito lo anterior, puedo entender humanamente al cerebro gris de la rebelión catalana, 'encelofanado' entre el Evangelio de Cristo y los rezos ante la Moreneta. Un hombre lleno de contradicciones porque en puridad es muy difícil manejarse a la vez entre el secesionismo de un pequeño territorio y la catolicidad (universal) del mensaje cristiano.

Se podrá considerar todo lo "hombre de paz" que quiera pero todos vimos cómo sus mesnadas arrinconaban a policías y guardias civiles

Se podrá considerar todo lo "hombre de paz" que quiera gritar ante el juez Lamela pero todos vimos cómo sus mesnadas arrinconaban agresivas e insultantes a policías y guardias civiles. Será todo lo hombre de paz que estime por conveniente pero todos comprobamos a diario cómo se conducen sus discípulos y subordinados políticos. Léase Joan Tardà o Gabriel Rufián con mención específica a la señora Rovira, cuyos desprecios y mentiras serían producto para mejorar la causa.

Como ciudadano libre y como contribuyente neto no quiero que nadie esté en prisión, mucho menos preventiva. Pero el señor Junqueras ha demostrado una habilidad sin límites para la farsa y el engaño —incluso desde el punto de vista de la Historia— y la ha hecho muy gorda. Intentar dar un golpe de Estado a una democracia formal y legal aprovechando las propias garantías que ese Estado le ofrece no parece algo baladí, se ponga como quiera o se enmascare en ropajes 'vaticanescos' más propios del Papa Luna que del argentino Bergoglio.

Ignoro si la espada se la ha hundido en el pecho don Oriol. Lo único que sé en la actual hora es que es un perdedor ante la democracia y, sobre todo, que esa espada no es ni puede ser en modo alguno la del libertador Simón Bolívar.

¡Pero no hay manera de que se entere!

Me ha llamado la atención el alegato poético-político-histórico del jefe de los republicanos catalanes muñido, al parecer, en sus muchos tiempos muertos y obligados en la prisión madrileña de Estremera.

Oriol Junqueras