¿Alguien dijo 'turismofobia'?

No todo han sido malas noticias para España en el dramático 2017 que, afortunadamente, ha pasado a mejor vida. Quizá la más interesante de todas ellas ha sido que el país ha superado por vez primera en su rutilante historia turística la mítica cifra de 80 millones de visitantes.

Hace unos meses —poco antes de los atentados de Cambrils y Barcelona— se produjo un intenso y agresivo debate, provocado fundamentalmente por los contrarios a que España pueda alcanzar el liderazgo mundial en el sector, exigiendo que se ponga coto y sordina a la llegada masiva de turistas a nuestro país.

El epicentro de la 'turismofobia' se detectó en Cataluña. Miren por donde, el 'procès' ha puesto también coto al debate

Ni niego ni puedo negar alguna o varias razones a los que así opinan. Pero debo escribir acto seguido que los argumentos que se pueden poner en la balanza a favor de la profundización del turismo son millones. Sin el turismo España no hubiera podido dejar las zapatillas de esparto. Ni crear una industria —mejorable, sin duda, en determinados aspectos sociales— que representa el 14% del PIB y da empleo directo o indirecto a más de tres millones de personas. Sin el turismo difícilmente hubiéramos superado la crisis y equilibrado la balanza de pagos.

Cuando la mayor parte de los países del mundo civilizado y moderno se mata por la presencia de un turista, aquí empezaron a discutir lo obvio, precisamente en los territorios donde viven casi exclusivamente de esta industria. El epicentro de la 'turismofobia' se detectó en Cataluña. Miren por donde, el 'procès' ha puesto también coto al debate. Desde la celebración del referéndum del 1-O, 100.000 foráneos han dejado de visitar esa comunidad autónoma. Aun así, es Cataluña quien lidera el 'ranking'. Luego viene Baleares, Canarias y Andalucía aunque Madrid es la comunidad que más crece.

De verdad. ¿Alguien puede imaginar este país sin turistas?

Hay que mejorar pero sin hacer el ridículo.