Los alegatos de los exvicepresidentes

Lo último que nos faltaba por oír es a la inexistente Elena Salgado —políticamente hablando—, decir que gracias a ella España pudo esquivar la intervención de la Unión Europea. Hacía tiempo que no escuchaba melonada de virtual tamaño.

Está bien que el Parlamento se gaste el dinero del contribuyente tratando de fijar los errores del pasado para no repetirlos. Pero los contribuyentes están lo suficiente sufridos y hartos de conocer cómo sus tributos se dedican a auténticas memeces. En esa Comisión del Congreso sobre las causas y actores de la crisis financiera se están deponiendo estulticias de gran calibre por parte de aquellos (y aquellas) que tuvieron la responsabilidad directa de dirigir la política económica del país en aquellos años terribles en los que mal gobernó un tal José Luis Rodríguez Zapatero del que abominan hasta en León o precisamente en León.

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Eduardo Segovia

Primero fue Rodrigo Rato, aquel artífice del "milagro" que nos engañó a todos. Si se tuviera un mínimo de respeto a sí mismo hace tiempo que hubiera pedido asilo político en Zimbabue porque aquí lo tiene crudo. Si Rajoy hubiera querido liquidarlo no le hubiera nombrado a él presidente de Bankia y a su exmujer, Ángeles Alarcó, presidenta de Paradores; puesto en el que, por cierto, continúa tras un desastre de gestión.

Pedro Solbes se cebó con Rodríguez Zapatero como nunca lo hizo ningún socialdemócrata. Tampoco era necesario porque a estas alturas todo el mundo sabe que Zapatero es un ignorante sin tirantes y que aquello le vino realmente grande. No es mal tipo, no. Sencillamente, es un incompetente 'cum laude'.

En esa Comisión del Congreso sobre las causas y actores de la crisis financiera se están deponiendo estulticias de gran calibre por todas las partes

En esa comisión parlamentaria no se ha hablado de nombres de cajas de ahorro y de gestores de las mismas. Los responsables de ese monumental desaguisado se han ido de rositas y con el dinero puesto. Hablo de lo que sé: Caja Burgos, una entidad señera durante décadas que destrozó un tal José María Arribas Moral en beneficio propio. Hasta ahora, y que me conste, este buen señor que también supo liquidar su empresa (INDASA), no ha respondido y mucho menos pagado nada por sus muchas fechorías al frente de la entidad citada.

Era tan solo un ejemplo fehaciente e ilustrativo. Para que haya gracia tiene que haber arrepentimiento y pena.