2018, continúa la misma tabarra catalanista

La noticia, queridos amigos, no es que Carles Puigdemont siga organizando óperas bufas en Bruselas —por cierto, que su valedor flamenco tiene los días contados—. La noticia no es que los independentistas sigan desconociendo la victoria de Ciudadanos en aquel territorio. La noticia no es que Joaquim Forn apuñale al exmayor Trapero. No. La noticia es que sigamos instalados en la tabarra catalanista mientras el mundo libre no quiere saber nada de fronteras 'ad hoc' y otras bagatelas feudales y antihistóricas.

Es un auténtico drama —si no tragedia— que un país como España, con todas las posibilidades del mundo, con una posición estratégica envidiable, con una sociedad llena de ganas de vivir, con una élite de científicos de nuevo cuño muy exportable, consuma sus energías en gilipolleces al paño. Unos días en la América hispana permiten al columnista otear el horizonte con una cierta distancia y poner en valor las oportunidades que se están evaporando por mor de los vuelos gallináceos que determinados personajes sin fuste y sin nivel se empeñan en que bailemos día sí y noche también.

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B. Parera

¡Ya está bien, oiga! Llevamos años chapoteando una 'merde' que no nos merecemos. Puigdemont no es nadie; Junqueras, aún menos y el gran culpable (junto con Zapatero) de este quilombo, acaba de dimitir de la nada. Se creyeron que el Estado era una baratija que pasa de mano en mano.

Los cuarenta años de pujolismo/fascismo devinieron en varias generaciones intoxicadas por un veneno muy propio del siglo XIX (nacionalismo de baja cota) pero que hoy apenas produce picor en las grandes potencias del mundo libre. Por el independentismo catalán está por ejemplo, Karmele Marchante, una gran estadista llena de prestigio como todo el mundo sabe. O Pilar Rahola, a caballo entre el sionismo y los pijos de Tous. Pero no lo están los hermanos Gasol, ni el cardiólogo Fuster, ni nadie con un mínimo de prestigio en el mundo mundial.

Respetamos los 'sentimientos' de cada cual. Pero exigimos que al resto de españoles se nos deje vivir en pleno siglo XXI y decidir cómo nos conducimos

Aún así, respetamos los 'sentimientos' de cada cual. Pero exigimos que al resto de españoles se nos deje vivir en pleno siglo XXI y se nos garantice el mínimo derecho a poder decidir cómo nos conducimos e incluso con qué cuerda queremos ahorcarnos. Tras el 21-D sostengo que no hay otra manera de mandar al carajo tanta tabarra y tan extraordinario coñazo que ir, en efecto, a un referéndum vinculante respecto a Cataluña en España. A día de hoy, miren por dónde, lo más probable es que en aquella comunidad autónoma (que lo es) se pronunciará el pueblo a favor de la permanencia en España pero tengo mis dudas si en el resto del Estado no se decidiera otra cosa distinta.

¡Por favor, independentistas, déjennos vivir en paz! Sabemos que ustedes son infinitamente superiores en todo pero tengan caridad. 'Si us plau!'