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Cataluña: la capacidad para el ridículo no tiene límite
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Graciano Palomo

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Cataluña: la capacidad para el ridículo no tiene límite

Puigdemont no es en sí mismo el problema. El problema lo representan los que le bailan el agua y los que sostienen de una forma u otra el ridículo más denigrante para una comunidad

Foto: Carles Puigdemont en Bruselas. (Reuters)
Carles Puigdemont en Bruselas. (Reuters)

Vuelvo a insistir. La noticia es que a finales del mes de enero de 2018 sigamos en el monocultivo informativo: Cataluña. Oigan, somos 46,5 millones de españoles y 82 millones de visitantes frente a dos millones de 'indepes'. ¿No les parece que ya está bien?

Ese fantasma compulsivo apellidado Puigdemont tiene una obsesión: hacer daño a España por tierra, mar y aire. España somos los españoles, uno tras otro, hasta sumar los 46,5 millones de ciudadanos libres e iguales. La deriva de este oscuro periodista sin título pero sí con subvenciones públicas tendría una calificación psiquiátrica meridiana. Sucede, sin embargo, que la candidatura de Puigdemont fue avalada por algo más de 900.000 votos, que es una pasada teniendo en cuenta todo lo ocurrido en ese territorio.

Sucede también que la capacidad para hacer el ridículo no tiene fin. ¿Algún aspirante a dirigente en el mundo libre se le ocurriría plantear dirigir un territorio a dos mil kilómetros de distancia? Es algo más propio del norcoreano Kim Jong-un y sujetos de ese jaez.

"No estoy preparado para chapotear permanentemente en el detritus intelectual y la ausencia de un mínimo sentido común y realidad"

Tengo escrito y hablado que la paciencia de una inmensa mayoría de españoles respecto al 'procés' está tocando a su fin; es cierto que hay muchos que se lo toman a chacota y visualizan el quilombo como si fuera un sainete con ribetes bufos.

Carles Puigdemont no es en sí mismo el problema. El problema lo representan los que le bailan el agua y los que sostienen de una forma u otra el ridículo más denigrante para una comunidad autónoma a la que se tuvo mucha estima y hoy ha decidido envolverse en harapos. El impacto económico de todos estos sucedidos (encadenados en medio de una cierta locura) todavía no se ha plasmado en toda su crudeza. Se podrá comprobar en breve. Luego, que no vuelva a piarlas y a pedir más dinero como han hecho siempre.

Foto: Ilustración: Raúl Arias.

No estoy preparado para chapotear permanentemente en el detritus intelectual y la ausencia de un mínimo sentido común y de la realidad. Me niego entrar en disquisiciones acerca de cómo deben vehicular los independentistas el candidato a 'president'. ¡Es su problema!

Por todo ello, sostengo que visto lo comprobado —con los resultados del 21-D en grandes caracteres— creo que el Estado debería abrir alguna vía para que los españoles en su conjunto nos pronunciáramos al respecto del 'problema catalán'. No podemos hipotecar el futuro de nuestros hijos sobre la base de que hay dos millones de catalanes que no quieren vivir junto a nosotros.

Este es el momento.

Vuelvo a insistir. La noticia es que a finales del mes de enero de 2018 sigamos en el monocultivo informativo: Cataluña. Oigan, somos 46,5 millones de españoles y 82 millones de visitantes frente a dos millones de 'indepes'. ¿No les parece que ya está bien?

Cataluña Carles Puigdemont