Turismo: mal de altura

Si alguien se ha pasado estos días por el impresionante recinto ferial de Madrid (IFEMA) que acoge hasta el domingo la 38 Fitur (la más tecnológica de todas ellas) se habrá percatado de lo que representa el turismo en este país.

Después de haber desbancado a EEUU el pasado 2017 del segundo puesto en el 'ranking' de potencias turísticas mundiales, el sector español se prepara también para desafiar al número uno, justamente la vecina Francia de Enmanuel Macron.

El exitoso sector turístico español tiene dinero, 'cash', y se apresta a crecer y crecer ajeno por completo al Brexit y Cataluña

El Confidencial informaba el pasado viernes de que la corporación china HNA, cuyos ejecutivos se paseaban por los amplios salones de IFEMA, ha encargado de JPMorgan la venta de su 29 por ciento en NH Hoteles, molestos porque la mayoría no ha aceptado la generosa oferta de Simón Pedro Barceló (Grupo Barceló) de compra/fusión por valor de 625 millones de euros. Miren por donde, Simón Pedro les ha hecho un favorcito impagable a sus competidores.

Bien. El exitoso sector turístico español (como Estado/destino y como corporaciones de negocio) tiene dinero, 'cash', y se apresta a crecer y crecer ajeno por completo al Brexit, Cataluña, y la recuperación de otros destinos todavía recuperándose de sus guerras intestinas.

Los principales líderes del sector dicen haber aprendido la dura lección de la terrible y precedente crisis global que todavía colea en algunos puntos del mundo.

La victoria tiene cien padres. Por lo tanto, no me extrañó para nada ver pulular por aquellos lares a centenares de políticos en busca de medallistas surgidos de todos los rincones de España: desde conserjes de municipios pobres a prepotentes consejeros de la cosa que se han instruido en los prospectos turísticos a gogós.

Días de vino y rosas.