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El Papa en su predio: la filial española
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Graciano Palomo

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El Papa en su predio: la filial española

Francisco llegó al poder vaticano prometiendo muchas cosas. Fue un hálito de esperanza para los que combaten a los especuladores y ganapanes en el Templo de Jesucristo

Foto: El papa Francisco a su llegada a Perú. (EFE)
El papa Francisco a su llegada a Perú. (EFE)

La sombra de la pederastia asola y cuartea la honorabilidad de la Iglesia Católica. ¿Solo en USA, Australia, Chile, Irlanda? ¿España?

El reciente viaje del Papa Francisco –con tanto mapuche a su alrededor– le habrá servido al pontífice para tabular con precisión el gran mal que algunos eclesiásticos –no hace falta haber sido ordenado cura para ser "eclesiástico"– han hecho a la Iglesia universal. Unos por acosos sexuales –hombres y mujeres–; otros porque se han aprovechado de las instituciones eclesiásticas o que dependen de ella para enriquecerse. Enriquecerse económicamente o utilizar la vitola que te da la Iglesia para hollar salones de poder u oropeles verdinegros.

La Iglesia solo recobrará su credibilidad si combate y ahorca cualquier mala hierba que aparezca

Francisco llegó al poder vaticano prometiendo muchas cosas. Fue un hálito de esperanza para los que combaten a los especuladores y ganapanes en el Templo de Jesucristo. Las gentes que viven del cepillo de la Iglesia o de su X en el IRPF deberían estar sometidos a los mismos controles que los dirigentes públicos. Al fin y a la postre su dinero viene directamente del contribuyente aunque se hagan acuerdos con Coca-Cola y otras marcas comerciales para 'sponsorizar' visitas papales, por ejemplo, las JMJ. Si uno de ellos cambia de vivienda de forma ostensible se debería saber. Si un empleado de la Iglesia llega a Madrid y habita un pequeño apartamento en el sur de Madrid y luego se cambia a un casoplón de La Finca se debería conocer. Incluso, si firma en ventaja con La Caixa una hipoteca aprovechando las relaciones que le ofrecen sus trabajos en instituciones eclesiásticas. Estos suelen confundir el mar con la montaña porque se creen que los medios católicos son de su propiedad y operan como tales.

La Iglesia solo recobrará su credibilidad si combate y ahorca cualquier mala hierba que aparece entre su mies. He leído sobre el caso Karadima y el caso Pell que han terminado por arruinar la visita de Francisco a su predio más querido: Iberoamérica. En algunos medios de la Iglesia tuvieron o tienen –nunca se sabe bien porque son oscuros y negros–mano aquellos que se aprovecharon criminalmente de la visita del papa Ratzinger a Valencia. No están todos los que son. Ni son todos los que están.

Me sigue escandalizando el silencio sepulcral –sepulcros blanqueados– de algunos dirigentes eclesiásticos con tonsura y otros civiles aprovechados sobre denuncias sexuales en sus territorios. Me asustan aún más determinados procederes económicos inexportables a la luz evangélica y las recomendaciones del Papa.

¡La verdad no les hace libres!

La sombra de la pederastia asola y cuartea la honorabilidad de la Iglesia Católica. ¿Solo en USA, Australia, Chile, Irlanda? ¿España?

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