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¿Manda Pedro Sánchez en el PSOE?
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Graciano Palomo

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¿Manda Pedro Sánchez en el PSOE?

Daría la sensación de que todavía no ha terminado de hacerse con todas las riendas de poder dentro de la vasta, variopinta y muy diferente 'familia socialista'

Foto: El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez. (EFE)
El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez. (EFE)

Siempre he defendido las posibilidades de Pedro Sánchez para llegar a ser primer ministro. Pero con ello no quiero decir que llegue. Se trata de un pequeño detalle: que los ciudadanos le voten en las urnas.

El Pedro Sánchez actual no es el secretario general de hace año y medio. Lo observo en los mítines del braserillo y mesa camilla: dice y propone cosas muy razonables, fundamentalmente devolver en el debate político a las cosas que interesan (pensiones, salario mínimo, empleo, educación, sanidad, etc.). Resulta más que evidente que el entorno actual que le rodea —en su círculo interior como líder y en el equipo político básico que dirige ahora el PSOE— ha cambiado sustancialmente desde aquel instalado en el 'no es no'.

Ahora bien, daría la sensación de que todavía no ha terminado de hacerse con todas las riendas de poder dentro de la vasta, variopinta y muy diferente 'familia socialista' que en determinadas ocasiones ofrece un espectáculo digno de un 'kindergarden'.

Foto: Susana Díaz y Pedro Sánchez, el pasado 23 de enero en Sevilla. (EFE)

Si por un lado, Sánchez pretende hacer una política de Estado como un tema capital como es la "unidad nacional", apoya, por ende, al Gobierno en el quilombo secesionista, inmediatamente aparece una tal Francina Armengol exigiendo a los médicos de Baleares que tienen que firmar las recetas en catalán para poder ejercer en aquel pequeño territorio español. ¿Son 'compañeros' o 'enemigos acérrimos'? El Gobierno pretende introducir el castellano como la otra lengua vehicular en Cataluña —algo elemental en un Estado— y rápidamente le marca Iceta el camino a seguir. Camino que no están dispuestos a transitar barones como Lambán, Page o Fernández-Vara.

Cuando Felipe González llegó al poder en 1982 (diez millones de votos tras la debacle de UCD) tenía una cosa clara: el partido tenía que tener un referente exterior en el liderazgo claro y un jefe del aparato que no admita bromas. Ninguno de los numerosos barones regionales del PSOE osó nunca poner en cuestión una orden expresa de su entonces comandante en jefe.

Espero y deseo que, en su almuerzo reciente en Madrid, el que fuera dios socialista convenciera al joven secretario general para que tome nota de cómo proceder.

Siempre he defendido las posibilidades de Pedro Sánchez para llegar a ser primer ministro. Pero con ello no quiero decir que llegue. Se trata de un pequeño detalle: que los ciudadanos le voten en las urnas.

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