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El esperpento catalán en el diván del psiquiatra
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Graciano Palomo

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El esperpento catalán en el diván del psiquiatra

Lo que está sucediendo por aquellos lares es como mínimo de un tratamiento argentino masivo en el sillón del psicoanalista

Foto: El presidente del Parlament, Roger Torrent, durante el pleno del Parlament de Cataluña. (EFE)
El presidente del Parlament, Roger Torrent, durante el pleno del Parlament de Cataluña. (EFE)

Mi amigo y colega Raúl del Pozo me llama preocupado ante el nuevo espectáculo del 'nuevo' Parlament catalán. Esta incertidumbre quejumbrosa no lo es porque nos importe ya el devenir de un territorio (30.000 kilómetros cuadrados) que ha decidido (o han decidido 2 millones de personas) seguir en el monte, sino básicamente porque ese mínimo porcentaje ha decidido estropearnos el presente y oscurecer el futuro de 47 millones de españoles.

¿Qué dirían esos persistentes secesionistas si algo parecido ocurriera en otros territorios de España? ¿Qué calificativos recibirían de los prófugos y sus múltiples TV3 si el espectáculo lo ofrecieran los políticos andaluces, extremeños o castellanos?

Foto: Imagen del vídeo en que Puigdemont comunica que renuncia ''de manera provisional''. (EFE)

Lo que está sucediendo por aquellos lares es de diván de psiquiatra o como mínimo de un tratamiento argentino masivo en el sillón del psicoanalista. Lo último que hemos visto es a un tal Roger Torrent, balbuceante, temeroso y prevaricado, al que han obligado a reconocer las altas dosis de miseria de Puigdemont. Si el Estado se compadeciera de sí mismo, a esta hora el monigote 'president' ya hubiera sido invitado a darse una vuelta por el Tribunal Supremo. El huido de Waterloo ya tiene su monolito simbólico. Ahora quiere la pasta. Hasta se permite el lujo de dimitir (de lo que no tiene) y, además, avisa que "provisionalmente". Lo malo no es lo de 'Puchi'; lo enfermizo es un millón de votantes siguiendo al espantapájaros del flequillo. Ahora se inventa el "Consejo de la República". Ja, ja, ja. Es de traca.

La chacota llega hasta tal punto que nadie les hace ni puñetero caso más allá de las orillas del Llobregat. Que pretendan pagar con el dinero del contribuyente a un huido de la Justicia —adobado con una cobardía sin límites— es la prueba del carbono de una deriva con claros tintes de estar mal de las meninges.

¡Para qué vamos a seguir…!

Mi amigo y colega Raúl del Pozo me llama preocupado ante el nuevo espectáculo del 'nuevo' Parlament catalán. Esta incertidumbre quejumbrosa no lo es porque nos importe ya el devenir de un territorio (30.000 kilómetros cuadrados) que ha decidido (o han decidido 2 millones de personas) seguir en el monte, sino básicamente porque ese mínimo porcentaje ha decidido estropearnos el presente y oscurecer el futuro de 47 millones de españoles.

Parlamento de Cataluña Carles Puigdemont Roger Torrent