Italianización inevitable de la vida española

Cuando llegaron los 'nuevos partidos' para quedarse, Felipe González —que se las sabe todas— fue el primero en advertir que España avanzaba 'magnis itineribus' hacia su particular "italianización", esto es, a una situación congénita ingobernable.

Se está viviendo ya. Se desbloqueó teóricamente la legislatura (tras dos elecciones generales consecutivas), se formó un Gobierno a trancas y barrancas que abrió en canal a un partido transcendental (PSOE), pero un año y pico después se puede comprobar que sirve para poco. En este sentido, Pedro Sánchez lleva razón en su pedida: si el Gobierno no es capaz de aprobar los Presupuestos Generales —después incluso de haber regalado al País Vasco lo que pertenece al resto de España (el 'cuponazo')— lo mejor es que se haga el harakiri, convoque nuevas elecciones y el que más chifle, capador. No sería el primero que convoca elecciones para perderlas, aquí y acullá.

Si las elecciones resuelven algo, que no parece probable. No pasaría nada si hubiera cultura del pacto —como en Italia, sí— pero en su ausencia todo el campo se convierte en amapolas. Por eso recomendaría a Sánchez y a Rivera que se tentaran la ropa. Si aprietan en demasía y en tonterías, cuando lleguen ellos al poder se encontrarán en la misma situación en la que ahora se halla Mariano Rajoy. También les podría dar algunas lecciones Felipe González al respecto.

'¡Manca finezza!'