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La 'vicetodo', metida en harina
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Graciano Palomo

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La 'vicetodo', metida en harina

Soraya Sáenz de Santamaría en todo momento y desde el primer instante blandió la Constitución con ausencia de vísceras que hubiera sido lo más fácil

Foto: La vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría. (EFE)
La vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría. (EFE)

Comprender no es compartir, creo. De modo y manera que comprendo la sibilina inquina que desde algunas posiciones políticas sustancia en relación con la vicepresidenta Sáenz de Santamaría. El poder acojona (no es precisamente el caso), pero, sobre todo, produce en un país sureño como España envidia acrisolada.

Conozco a la vicepresidenta hace años. Viene de una familia modesta, normal. Tiene que hacerse perdonar que fue una brillante estudiante de Derecho, que posteriormente sacó una de las mejores notas en las oposiciones al cuerpo de Abogados del Estado. Conozco también sus horas consumidas al servicio público, se lee todo, escucha a todos y mantiene una posición serena, moderada y centrada en todos los muchos asuntos que caen sobre su mesa. ¿Qué ha cometido errores? ¡Vaya! Es una mujer castellana, no Catalina de Médicis. Tampoco creo que nadie haya dicho que se haya encarnado en la Virgen de Nazaret.

El poder acojona (no es precisamente el caso), pero, sobre todo, produce en un país sureño como España envidia acrisolada

Se le acusa desde determinados espacios su componenda o falta de arrojo en la cuestión catalana como comisionada especial del presidente y del Gobierno en el intento de voladura del Estado. Soraya Sáenz de Santamaría en todo momento y desde el primer instante blandió la Constitución con ausencia de vísceras que hubiera sido lo más fácil. Si se hubiera dejado seducir por lo último hubiera podido ocurrir cualquier cosa. Digo, cualquier cosa.

No sucederá, pero me gustaría ver a los que critican desaforadamente a la vicepresidenta cómo se manejarían su alguna vez tuvieran que navegar en su tajo.

¡No aprendemos ni a ritmo de golpes de Estado!

Comprender no es compartir, creo. De modo y manera que comprendo la sibilina inquina que desde algunas posiciones políticas sustancia en relación con la vicepresidenta Sáenz de Santamaría. El poder acojona (no es precisamente el caso), pero, sobre todo, produce en un país sureño como España envidia acrisolada.

Soraya Sáenz de Santamaría