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Graciano Palomo

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Lo de Ana Pastor

Y de la renovación, ¿qué? En ocasiones se me hace difícil entender cómo una persona tan pegada al surco con Rajoy no acierte a entender que esto ha cambiado

Foto: La presidenta del Congreso, Ana Pastor. (EFE)
La presidenta del Congreso, Ana Pastor. (EFE)

La pasividad política de Mariano Rajoy crea el caldo de cultivo para las cábalas y las suposiciones, cuando no la calentura. Queda un año para las elecciones municipales y autonómicas y del PP apenas llegan noticias. Los presuntos candidatos viven sin vivir en ellos, es decir, un sinvivir.

Si encima algunas de las candidatas que eran fijas en los tickets electorales atraviesan por serios problemas de subsistencia política, el lío y el desconcierto crean escuela. Nada tiene de extraño que en ese magma aparezcan nombres que en principio cuentan con el aval de dirigentes y militantes y, presumiblemente, con posibilidades de victoria. Es el caso de Ana Pastor, la respetada presidenta del Congreso de los Diputados, que nació en Zamora pero despliega dotes de gallega en estado puro.

Nada tiene de extraño que en ese magma aparezcan nombres que en principio cuentan con el aval de dirigentes y militantes y con posibilidad de victoria

Unos la han situado ya en la línea de sucesión del propio Rajoy (ejercicio de alto riesgo) simplemente porque en los pasillos del Congreso alguien(es) han dejado caer su nombre porque tampoco hay nada alrededor salvo los nombres ya manidos. Otros apuntan a que sería la opción del presidente para la decisiva ciudad de Madrid donde el conglomerado podemita que teóricamente sostiene a Manuela Carmena se ahoga en su propio mar de contradicciones e incompetencia. Esto último lo encuentro mucho más probable a la espera de la decisión definitiva del oráculo de Sanxenxo.

Y de la renovación, ¿qué? En ocasiones se me hace difícil entender cómo una persona tan pegada al surco con Rajoy, tan conocedor de los entresijos de la sociedad española y de la clase política, no acierte a entender que esto ha cambiado y el ritmo de aceleración es cada vez mayor.

Salvo que haya razones que desconocemos. Que podría ser.

La pasividad política de Mariano Rajoy crea el caldo de cultivo para las cábalas y las suposiciones, cuando no la calentura. Queda un año para las elecciones municipales y autonómicas y del PP apenas llegan noticias. Los presuntos candidatos viven sin vivir en ellos, es decir, un sinvivir.

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