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Graciano Palomo

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Lo que ha quedado meridiano, visto lo comprobado, es que la Reina tiene un problema. O varios. Y si en algo no puede convertirse la esposa de Felipe VI es en un 'problema'

Foto: La Reina con las infantas Leonor y Sofía junto a la reina emérita Sofía, en una de las polémicas imágenes. (Reuters)
La Reina con las infantas Leonor y Sofía junto a la reina emérita Sofía, en una de las polémicas imágenes. (Reuters)

Creo que el vídeo se ha desmadrado un tanto y, al final, quien paga los platos rotos es el prudente rey Felipe, justamente el que siempre se anda con pies de plomo. ¡La vida tiene esas ironías!

El hecho cierto es que lo sucedido en la catedral de Palma ocurrió. Como síntoma. No soy persona que se apunte al viejo y socorrido adagio de "lanzada a moro muerto" y también creo que reyes y monaguillos tienen la misma condición humana y, por lo tanto, son fútiles.

Lo que ha quedado meridiano, visto lo comprobado, es que la Reina tiene un problema. O varios. Y si en algo no puede convertirse la esposa de Felipe VI es en un "problema". Tampoco es necesario. Cuando he visto el famoso vídeo de marras no he podido dejar de recordar que cuando se anunció oficialmente en el Palacio del Pardo el enlace entre Felipe y Letizia, esta dejó claro que su modelo a imitar no era otra que la reina Sofía. ¡Pues menos mal que era un modelo!

España tiene tantos problemas de singular envergadura que desde la Jefatura del Estado no se puede cargar ni uno más. Una golondrina no hace primavera porque en términos generales desde que llegó al trono Letizia Ortiz de Borbón, su comportamiento ha sido aceptable o muy aceptable, salvo que hayan ocurrido cosas de alcance que desconocemos.

No estamos para contribuir a pagar paqueiradas. Ya pagamos demasiadas bromas. Las cosas están muy afiladas en este viejo y cuarteado país, maravilloso también, para que nada menos que la esposa del jefe del Estado ande dejando regueros de queroseno.

El pueblo llano le ha hecho llegar un primer y notorio aviso.

Ahí me quedo.

Creo que el vídeo se ha desmadrado un tanto y, al final, quien paga los platos rotos es el prudente rey Felipe, justamente el que siempre se anda con pies de plomo. ¡La vida tiene esas ironías!

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