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Pus en la universidad española
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Graciano Palomo

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Pus en la universidad española

Lo que me preocupa son los miles de millones que los contribuyentes españoles dedican de sus bolsillos para sostener unos campus donde se enseña poco y mal y no se investiga casi nada

Foto: Manifestación de cientos de alumnos y profesores en la Puerta del Sol para pedir la dimisión de Cifuentes. (EFE)
Manifestación de cientos de alumnos y profesores en la Puerta del Sol para pedir la dimisión de Cifuentes. (EFE)

¡El espectáculo es grandioso! Docenas y docenas —por no decir centenares— de cargos electos y poncios públicos con currículums académicos y profesionales abultados, falseados y manipulados. Esto es de aurora boreal.

Ahora que Alemania está tan de moda en España —para mal— habrá que recordar lo sucedido con ministros y delfines que se fueron por el desagüe sencillamente porque habían plagiado unos folios en sus tesis doctorales.

No quiero exagerar ni ser injusto pero tengo para mí que lo ocurrido y desvelado en la URJC podría tener continuidad en otros centros de educación superior de titularidad pública. De los privados, mejor ni hablamos. ¡Son una auténtica desgracia para el viejo ancestro de la universidad española! Pero lo hacen, obviamente, con su dinero. Tengo algunas referencias de campus infectos, por ejemplo, sitos en el noroeste de Madrid.

Foto: Cristina Cifuentes, en el último pleno de la Asamblea. (EFE)

Lo que me preocupa son los miles y miles de millones que los contribuyentes españoles dedican de sus esquilmados bolsillos para sostener unos campus donde se enseña poco y mal y no se investiga casi nada. De las 83 universidades que existen en nuestro país, 50 son de titularidad pública y 33 privadas. No hará falta subrayar que esas 50 universidades tienen otros tantos campus esparcidos por sus lugares de procedencia. Hay que salvar a los acreditados académicos e investigadores de la quema pero habrá que poner fuera del presupuestos los chiringuitos infumables que adornan el mapa universitario español.

Profesores que no van; profesores que utilizan los recursos públicos para sus negocios personales; nepotismo a raudales; politización intolerable; absentismo intolerable; abusos de poder. No podemos extrañarnos, por tanto, que España, siendo la vigésima potencia mundial, tenga su primera universidad en el puesto 211 del Informe Shanghái.

Repito: solo en el distrito de Madrid las universidades públicas cuestan al contribuyente la friolera de mil millones de euros. ¿Alguien que dé más?

¡El espectáculo es grandioso! Docenas y docenas —por no decir centenares— de cargos electos y poncios públicos con currículums académicos y profesionales abultados, falseados y manipulados. Esto es de aurora boreal.

Universidad Rey Juan Carlos (URJC) Estudios superiores Cristina Cifuentes