Montoro, ese fenómeno

Cristóbal Montoro no solo es el ministro de Hacienda que más tiempo ha sentado sus posaderas en Alcalá, 5. Es el único miembro del Gobierno y dirigente del Partido Popular que se ha convertido en un 'crack' para TV3, qué ya es decir.

Anda tan ocupado estudiando los gráficos que aparecen en su iPad que se olvida de que es ministro —además de porque es un buen y experto 'hacendista'— porque es un político afiliado al Partido Popular. Sus declaraciones respecto a que los Puigdemont/Junqueras/Romeva no han gastado "ni un solo euro" en sus andanzas separatistas ha sido un puñal envenenado clavado en la intercostal de Rajoy y en el corazón del juez Llarena, quizá el más firme defensor, Constitución en mano, de la permanencia del Estado.

Sus declaraciones respecto a que no se ha gastado "ni un solo euro" en las andanzas separatistas ha sido un puñal en la intercostal de Rajoy

Como conozco de lo que escribo, supongo que su entrevista con el redactor del diario que le hizo la famosa y letal (para sus propios intereses) entrevista, imagino que soltó lo que soltó en un intento de transmitir la idea de que a él no le chulea ni Puigdemont, una forma cual otra de curarse en salud ante el hecho cierto de que se ha utilizado dinero de los contribuyentes para la aventura equinoccial. Durante los años más duros de la crisis, Montoro fue un hombre clave en el objetivo de dar la vuelta a la situación de quiebra que heredó en las arcas públicas. Esto, sin duda, hay que reconocerlo. Porque frente a hechos no caben argumentos.

Lo que se logró fue posible por el sufrido y silente contribuyente. Unos más que otros. Lo fácil es cebarse en las clases medias, como antes hizo Zapatero, aquel tipo que unas veces enseñaba la mano izquierda (porque le era rentable políticamente) mientras con la derecha hacía ricos a sus amigos. Montoro amnistió a los megarricos (hechos) y no ha dejado un alcalde vivo, como dice uno de sus compañeros de Gabinete.

Tengo para mí que a Montoro le han sobrado días en la poltrona.