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Navarra, ¿un camino sin retorno?
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Graciano Palomo

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Navarra, ¿un camino sin retorno?

Quedan 'ghettos' al más puro estilo nazi en muchos territorios del País Vasco, algo que se detecta a golpe de pituitaria con el simple hecho de darse una vuelta por aquella tierra

Foto: Comunicado de la banda en los diarios Gara y Berria. (EFE)
Comunicado de la banda en los diarios Gara y Berria. (EFE)

A trancas y con calzador, ETA, en sus estertores, antes de pasar a la negra página de la Historia, ha pedido perdón por sus crímenes y por el "sufrimiento desmedido" para la sociedad española. Tengo que escribir y escribo que esta banda de asesinos de una crueldad sin límites (pregunten sin ir más lejos a los deudos de Yoyes, que fue una de las suyas) marcaron a bomba emponzoñada, en lo personal y profesional, la etapa más sustancial de mi generación.

Ahora queda el "relato" y la justicia histórica. Porque quedan 'ghettos' al más puro estilo nazi en muchos territorios del País Vasco, algo que se detecta a golpe de pituitaria con el simple hecho de darse una vuelta por aquella tierra. Observo, no sorprendido, desde luego, que esos 'ghettos' han sido exportados —con la aquiescencia del poder político constituido— a Navarra, el viejo reino, que siempre ha sido objeto de apetito por parte del nacionalismo vasco. Si Navarra cae…

Foto: Imagen de archivo de 2013 de un comunicado de ETA. (EFE)
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Los episodios de Alsasua vienen a demostrar que la amplia tierra navarra —enormemente plural y visceralmente distinta en su contextura histórica, social e ideológica— sigue siendo uno de los objetivos básicos de la voracidad nacionalista. El intento de 'euskaldunizar' Navarra no es nuevo, pero desde que la tal Barcos es la máxima representante del Estado —exalumna de la Universidad de Navarra (dirigida y regentada por el Opus Dei)— lo menor se está comiendo por los pies a la mayoría. Se han dado unos plazos para aplastar con violencia imperceptible cualquier intento de mantener el viejo reino como lo que siempre fue: libre, propio y sin ataduras imperialistas de vuelo gallináceo.

Se han dado unos plazos para aplastar con violencia imperceptible cualquier intento de mantener el viejo reino como lo que siempre fue

El irredento y añejo nacionalismo vasco, que sigue ahí, institucionalizado y con mucho poder (más desde que Rajoy/Montoro les agració con el "cuponazo") sabe que su pequeño territorio representa muy poco en un continente con casi 600 millones de ciudadanos libres. Necesita imperiosamente ampliar su espacio vital. Este no es otro que Navarra. Poco a poco. Ikastola tras ikastola. De aldea hasta el pueblo. Con los mismos argumentos de antaño, superados por la modernidad y la pequeñez del mundo libre. Llevando unas señas de identidad a la Ribera que no le son propias; haciendo comulgar (desde el poder y el presupuesto) con unas hostias de pan ácimo repartidas al son de lo civil o lo militar.

Recomiendo vivamente lean el discurso íntegro del presidente francés Enmanuel Macron de la pasada semana en el Pleno de Estrasburgo.

Su diagnóstico cuadra perfectamente con lo que ocurre hoy en la entrañable tierra de la que estoy escribiendo. Navarra.

A trancas y con calzador, ETA, en sus estertores, antes de pasar a la negra página de la Historia, ha pedido perdón por sus crímenes y por el "sufrimiento desmedido" para la sociedad española. Tengo que escribir y escribo que esta banda de asesinos de una crueldad sin límites (pregunten sin ir más lejos a los deudos de Yoyes, que fue una de las suyas) marcaron a bomba emponzoñada, en lo personal y profesional, la etapa más sustancial de mi generación.

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