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Palo Alto
Por
¿'Quo vadis', PP?
Con otros datos fehacientes podría yo tener la sensación de que algo importante se mueve en ese vasto partido. Empieza a cundir el miedo y sus principales protagonistas se miran de reojo
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¿Por qué un partido cuyo gobierno ha conseguido dar la vuelta a una situación económica terrible heredada y administra esa gestión general con resultados aceptables pone en riesgo no solo el mantenimiento del poder sino, incluso, su propia supervivencia partidaria?
El columnista ha vivido ya lo suficiente y atesora la suficiente experiencia en ese chollo (en sentido galaico, claro) de la observación política —española e internacional— como para poder colegir algunas conclusiones al socaire de la coyuntura repleta de ruido que nos atolondra.
La ministra Fátima Báñez, siete años al frente del Empleo, me sintetizaba hace unos días su visión acerca del trabajo que en ese lustro y medio ha llevado a cabo el Gobierno del presidente Rajoy. Recuperación económica, mantenimiento del llamado Estado del bienestar, muchas horas, esfuerzo y dinero invertidas en parar los pies a los separatistas y capear (de capea) con una mayoría parlamentaria/minoritaria que ata manos y pies en unos asuntos y otros. Luego, vendría la irrupción fortísima de Ciudadanos que se ha sustanciado con su histórica victoria catalana que, al final y por cierto, no ha servido para otra cosa que para decir al secesionismo que todo el monte no es orégano.
La onubense de permanente sonrisa cree, también, que la corrupción les está destrozando electoralmente. No había ocurrido en los momentos del encuentro el último video/esperpento de la ex presidenta madrileña, ni la imputación de exdirigentes como Alberto Ruiz Gallardón y adláteres. La opinión de la ministra es generalmente compartida entre el resto del Gabinete. Todo ello, adobado con una quiebra total en el capítulo de la comunicación que se reconoce.
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Por lo que pude colegir de una ministra estimable, una de las grandes preocupaciones de Mariano Rajoy y del resto de la alta dirección popular es mantener la formación política. Esos dirigentes saben perfectamente lo que ocurrió con el partido que pilotó el "milagro de la Transición" y ese recuerdo opera como "efecto prevengan".
Sin embargo, con otros datos fehacientes podría yo tener la sensación de que algo importante se mueve en ese vasto partido. Empieza a cundir el miedo y sus principales protagonistas se miran de reojo unos a otros. Lo que aparece como "viejo" termina por convertirse en "viejuno".
Así empezó, por ejemplo y sin ir más lejos, un cambio de poder histórico en Francia.
¿Por qué un partido cuyo gobierno ha conseguido dar la vuelta a una situación económica terrible heredada y administra esa gestión general con resultados aceptables pone en riesgo no solo el mantenimiento del poder sino, incluso, su propia supervivencia partidaria?