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Graciano Palomo

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Días de incienso y almíbar

Ha tenido éxito (inicial) el primer gobierno de Sánchez porque es un buen equipo, prueba inequívoca de que el jefe socialdemócrata llevaba tiempo dedicado a montar el andamio

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, preside el primer Consejo de Ministros y Ministras. (EFE)
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, preside el primer Consejo de Ministros y Ministras. (EFE)

Ha tenido tanto éxito mediático y de opinión pública el Gobierno de Sánchez que hasta se ha olvidado a casi todos que no llega como consecuencia de unas elecciones generales si no de una extraña coincidencia (legítima, sin duda) en el "no" a Mariano Rajoy. Una prueba más de que el expresidente había olvidado hace mucho tiempo la política y a su alrededor no había nadie que tuviera cabal conciencia de lo que estaba ocurriendo.

Ha tenido éxito (inicial) el primer gobierno (por ahora) de Sánchez porque es un buen equipo, prueba inequívoca de que el jefe socialdemócrata llevaba tiempo dedicado a montar el andamio y prueba también de que su éxito parlamentario en el derribo a Mariano no le pilló de sorpresa.

Foto: Los nuevos ministros, acompañados de Felipe VI, y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, posan en la foto de familia tras prometer su cargo. (EFE)

En realidad, el nuevo primer ministro ha comprado e interpretado a la perfección la orientación estratégica "¡es la política, estúpidos!" del nuevo y emergente gurú, Iván Redondo, (chúpate esa, Cospedal) que ya ha tomado posesión del decisivo puesto en calidad de director del Gabinete de la Presidencia; esto es, el hombre que susurra al presidente. No es nada nuevo en el mundo (sí en España) la transversalidad en nombres, currículums e ideas que componen la mesa del Consejo de Ministros. El liberal canadiense Justin Trudeau fue el inventor de la fórmula, luego parcialmente copiada por el otro liberal galo, Emmanuel Macron.

La política moderna tiene un elevado contenido de imagen. Este será el fuerte del nuevo Gabinete. Lo podía haber hecho Albert Rivera, pero fue Sánchez

Llegados a este punto quiero hacer una especial referencia a algo realmente notable dentro de nuestro escaso acervo de convivencia. Es la primera vez desde la restauración democrática que un primer ministro coopta nombres que pueden servir en gobiernos de otro color político y de otras siglas partidarias, léase el caso de Nadia Calviño, liberal en esencia, Fernando Grande-Marlaska o Pedro Duque, al que yo recuerdo bailándole el agua a José María Aznar, quien gracias a su generosidad y con nuestro dinero le puso en el espacio. Esto es algo nuevo, moderno, y plausible. Curiosamente, el mérito y la medalla se la ha colgado Pedro Sánchez. La verdad es la verdad. Y siempre será la verdad.

La política moderna tiene un elevado contenido de imagen. Este será el fuerte del nuevo Gabinete. Lo podía haber hecho, sin duda, Albert Rivera, pero, oiga, lo ha hecho Sánchez. Con sus 84 escaños, llevado en volandas por Podemos, ERC, PDeCAT y demás compañeros de mareas y confluencia.

¡Con un par! O dos.

Ha tenido tanto éxito mediático y de opinión pública el Gobierno de Sánchez que hasta se ha olvidado a casi todos que no llega como consecuencia de unas elecciones generales si no de una extraña coincidencia (legítima, sin duda) en el "no" a Mariano Rajoy. Una prueba más de que el expresidente había olvidado hace mucho tiempo la política y a su alrededor no había nadie que tuviera cabal conciencia de lo que estaba ocurriendo.

Pedro Sánchez Pedro Duque Nadia Calviño