Palo Alto
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El 'problema catalán' sigue ahí
Este es el asunto, Cataluña. Porque la economía tiene, como mínimo, dos años de sinergias, salvo que cometan los "errores Zapatero"
Lleva razón Josep Borrell cuando pone el dedo en la llaga. La delicadísima situación catalana es la primera y gran amenaza para la convivencia democrática española. Estamos chapoteando en los efluvios nacionales por mor del estallido de tampón sobre la presidencia de Rajoy y apenas hemos caído en la cuenta de que el leviatán secesionista ataca de nuevo, es más, ha dejado de atacar aprovechando con virulencia la debilitación del Estado.
No deja de resultar irónico que dirigentes de la extinta Convergència –emponzoñados por la corrupción de antaño- le pidieran en la mañana del pasado jueves al presidente Sánchez que su ministro de Cultura, Màxim Huerta, no tomara posesión del cargo. ¿Motivo? Que el flamante ministro había escrito varios tuits posicionándose en contra del independentismo. Lo piden los que han llevado a Torra a la presidencia de la Generalitat, sí, el mismo que insulta, desprecia y vitupera a los españoles como “súbditos africanos”.
¿Que apoyaron a Sánchez? Ese es su problema. No es verdad que apostaran por Pedro Sánchez, no. Votaron contra Rajoy. Ignoro cómo el primer ministro tiene pensado poner sordina a los desvaríos separatistas pero, sin duda, ello nos dará un primer 'input' acerca de sus hechuras como hombre de Estado. Si es capaz de encontrar un resquicio en el quilombo catalán sin merma de su juramento de mantener la Constitución y la unidad de España estaremos en presencia de algo más que una anécdota que duerme por cuenta del contribuyente en un palacio. Observo, sin embargo, que antes que enfrentarse a Torra, tendrá que ser el fiel de la balanza dentro de su propia cocina. Entre las ansías jacobinas de Borrell y los requiebros, por ejemplo, de la ministra Batet.
Este es el asunto, Cataluña. Porque la economía tiene, como mínimo, dos años de sinergias, salvo que cometan los “errores Zapatero”.
Sigamos atentos a la pantalla.
Lleva razón Josep Borrell cuando pone el dedo en la llaga. La delicadísima situación catalana es la primera y gran amenaza para la convivencia democrática española. Estamos chapoteando en los efluvios nacionales por mor del estallido de tampón sobre la presidencia de Rajoy y apenas hemos caído en la cuenta de que el leviatán secesionista ataca de nuevo, es más, ha dejado de atacar aprovechando con virulencia la debilitación del Estado.