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Mariano Rajoy: el hombre del oficio
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Graciano Palomo

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Mariano Rajoy: el hombre del oficio

Los árboles caídos pueden dar algunas lecciones. Sobre todo, con el ejemplo. Siempre lo dijo: "yo tengo oficio". Y lo tiene

Foto: Mariano Rajoy. (EFE)
Mariano Rajoy. (EFE)

Mis amigos y reputados colegas, Antonio Papell y Arsenio Escolar, nada sospechosos de connivencia con la derechona, señalan elogiosamente el devenir de Mariano Rajoy en su nueva existencia como ciudadano privado desprovisto ya de cualquier oropel y renunciando al dinero público que le corresponde por ley como exjefe del Ejecutivo.

Sinceramente, a mí no me ha sorprendido el proceder. Siempre le escuché que no se iba a volver loco ni antes ni después. Rajoy, vituperado hasta el paroxismo, ha establecido un precedente muy en línea con lo que ocurre en las grandes naciones del mundo libre: volver a su oficio con toda naturalidad y aun despreciando las ventajas que su nueva condición le ofrece. Si pudiera, renunciaría también al servicio de escolta y el coche oficial. Ese es Mariano.

Lo que más le gustaría a Rajoy es que el tiempo le reconociera como una persona "seria". Está haciendo justamente lo que les dijo a sus conmilitones en las horas aciagas en las que fue arrojado por la ventana en una decisión parlamentaria legal. Mutis por el foro.

Si pudiera, renunciaría también al servicio de escolta y el coche oficial. Ese es Mariano

El Consejo de Estado es un carísimo cementerio de elefantes cuyos dictámenes todo cristo se los pasa por el forro del chaleco. Incluso, hay miembros(as) que durante años han aprovechado su pertenencia para dar clases (gratis, naturalmente) de inglés. Otros terminaban por dormirse en las reuniones.

Rajoy le ha dado una lección a muchos, pero más que a ninguno a José María Aznar que pudo reintegrarse a su plaza como inspector fiscal y prefirió otros caminos mucho más rentables y no sometidos a horario y obligaciones laborales.

Los árboles caídos pueden dar algunas lecciones. Sobre todo, con el ejemplo. Siempre lo dijo: "yo tengo oficio". Y lo tiene.

Mis amigos y reputados colegas, Antonio Papell y Arsenio Escolar, nada sospechosos de connivencia con la derechona, señalan elogiosamente el devenir de Mariano Rajoy en su nueva existencia como ciudadano privado desprovisto ya de cualquier oropel y renunciando al dinero público que le corresponde por ley como exjefe del Ejecutivo.

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