Lo de las teles

La división entre poderes clásicos ha pasado a mejor vida. Por de pronto, el eclesiástico, tan español, ha sido sepultado (en buena hora) bajo siete llaves como el sepulcro del Cid.

Ahora más importante que el Parlamento de escaños son los otros parlamentos, básicamente el de la televisión. Ya dijo en su día el general De Gaulle, cuando presidía la gran Francia, que una vez extendida la televisión le sobraba la Asamblea Nacional. 60 años después, aquí en España, un tal Pablo Iglesias les ha dicho a sus conmilitones morados que la gente ya no milita en los partidos sino en los canales de televisión.

En cualquier caso, hay una causa (mensajes televisivos) y unos efectos (poder político). Es algo meridiano, aunque la regla admite excepciones como todo en el acontecer humano.

Los sucedidos —uno tras otro— de los pasados días en RTVE pasarán a los anales más negros (nunca mejor dicho) de la radio y televisión estatal

Los sucedidos —uno tras otro— de los pasados días en RTVE pasarán a los anales más negros (nunca mejor dicho) de la radio y televisión estatal. Se les ha visto la antena a unos y otros. Pero no hay que olvidar que también en este campo, precisamente en este campo, las cosas han cambiado mucho. Hay otros conglomerados mediáticos donde la iniciativa privada conlleva más agresividad comercial y más pasta encima de la mesa. Dicen los expertos que la tele, al final, es igual a dinero. El sector audiovisual privado cierra la temporada con grandes cotas, especialmente en Atresmedia, cuyo responsable es Javier Bardají, que nació en el 'marketing' del diario 'El Mundo' y ahora mismo un hombre emergente y clave en el principal grupo de comunicación en España. Se le presupone una pituitaria acerada para saber de qué lado sopla el viento en un negocio nada sencillo, pero de presente y futuro. Está al mando de un portaviones de canales, algunos de los cuales (Antena3) ha conseguido importantes liderazgos, sobre todo, en credibilidad.

Bardají sabe que lo digital es el futuro que ya se toca con las manos. Plataformas digitales y la cuestión más sensible: cómo se factura al consumidor de productos.

El acontecer político en España, tan complicado como excitante, va a tener, sin duda, su corolario televisivo donde mientras unos se despedazan por saber si son galgos y podencos, otros han empezado a correr a velocidad de crucero.

Atentos a las pantallas.