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La pederastia y la Iglesia española
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Graciano Palomo

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La pederastia y la Iglesia española

La pederastia está siendo un letal veneno cicuta para la Iglesia. Se sabe dónde empieza, pero no dónde termina

Foto: Una visitante reza en la Basílica de la Inmaculada Concepción, en Washington.
Una visitante reza en la Basílica de la Inmaculada Concepción, en Washington.

En los periódicos de un mismo día de la pasada semana he podido leer esto: “El Papa ordena recluir a un cardenal en EEUU por abuso de menores”.

Otro: “Australia: El arzobispo Philip Wilson condenado a un año de prisión por encubrir casos de pederastia”. Otro: “La Iglesia de Mallorca aparta a un sacerdote por pederastia”. Suma y sigue. Ni siquiera me detengo en países muy próximos a nosotros como Chile y México para continuar con una larga retahíla de casos inexportables e intolerables de abusos de menores por parte de príncipes y nobles de la Iglesia Católica.

Foto: El cardenal australiano George Pell. (Reuters)

Pero mientras en otros países –EEUU e Irlanda, fundamentalmente– la propia jerarquía eclesiástica católica, obligada por la presión social y mediática, ha terminado por abrir las ventanas de par en par, aquí en España crece la sospecha que se intenta banalizar algunos casos.

Recuerdo que en una ocasión, el vicesecretario general para Asuntos Económicos , el inevitable y mefistofélico Giménez Barriocanal –al que rinde pleitesía perruna Julián Velasco– me dijo que le había llamado un chantajista para pedirle cinco millones de euros a cambio de no denunciar un grave caso de pederastia en la Iglesia española. Con Barriocanal nunca se sabe cuándo dice verdad o mentira –utiliza ambos términos a conveniencia– me tengo para mí que en aquella ocasión el chantaje se produjo. Como no fue denunciado públicamente habrá que suponer algunas cosas, en cualquier caso, bastante indecentes. La pederastia está siendo un letal veneno cicuta para la Iglesia. Se sabe dónde empieza, pero no donde termina. Una institución que se basa en la confianza el abuso de menores no puede conducirnos sino directamente al averno.

"La pederastia está siendo un letal veneno cicuta para la Iglesia. Se sabe dónde empieza, pero no dónde termina"

Harían bien los jerarcas de Añastro, primero en abrir los ventanales; incluso dar órdenes a sus cuitados medios de comunicación para que no censuren ni se autocensuren en asuntos que tienen que ver, incluso, con la dignidad divina o la divina dignidad.

¡Ustedes me entienden!

En los periódicos de un mismo día de la pasada semana he podido leer esto: “El Papa ordena recluir a un cardenal en EEUU por abuso de menores”.

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