Palo Alto
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17-A, ¡qué mal asunto!
Los prolegómenos del 17-A no pintan nada bien. Con dos sectores de la sociedad catalana enfrentados y a la greña
El dicho clásico alecciona acerca de respetos mutuos y ajenos. Parece evidente que si una nación no tiene la mínima condescendencia consigo misma no pretenderá que el resto del mundo la tome en consideración.
Los actos del 17-A en los que se conmemora las masacres del terrorismo islámico en Cataluña, lejos de resultar un homenaje a los que dejaron sus vidas y vaciaron sus cuerpos en las rúas, parece una ocasión propicia para afrentar a España y sus máximos representantes, especialmente al rey Felipe, que ha decidido dejarse ver por aquellos lares. Hace unos días pregunté a un confeso y rabioso separatista ante las cámaras televisivas de 'Antena 3' si era necesario estar todo el día tratando de faltar al mínimo respeto a 47 millones de españoles que se quiera o no personifica el jefe del Estado.
"Si los actos del 17-A se sustancian como a priori pudiera parecer, confirmaríamos que los asesinados por el terror les importan tanto como una higa"
Los prolegómenos del 17-A no pintan nada bien. Con dos sectores de la sociedad catalana enfrentados y a la greña. Con ribetes que van más allá de la expresión de pareceres diversos y con altísimo contenido explosivo desde el punto de vista social y político. Detrás del separatismo catalán hay persistencia, dinero y determinación. Eso ya lo sabíamos. Persisten, entre otras razones, porque ya no les queda otro camino: rendición o muerte. Los sediciosos tienen dinero, eso es algo obvio y descriptible. Mucho dinero. Parece claro por dónde les llenan la manguera.
Creo que el Gobierno del presidente Sánchez ni puede ni debe dejar solo al rey Felipe en su próxima visita a Cataluña. Roto el bloque constitucionalista por mor de la moción de censura y el apoyo al gobierno de Pedro Sánchez –que tiene que hacer juegos malabares para tambalearse en la cuerda y no caer– la cosa se presenta aún más complicada.
Visto con perspectiva, si los actos del 17-A se sustancian como a priori pudiera parecer, confirmaríamos que los asesinados por el terror les importan tanto como una higa. Y ello es para tomar nota.
El dicho clásico alecciona acerca de respetos mutuos y ajenos. Parece evidente que si una nación no tiene la mínima condescendencia consigo misma no pretenderá que el resto del mundo la tome en consideración.