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Cautivar a Merkel
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Graciano Palomo

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Cautivar a Merkel

Los intereses nacionales, llegado el caso, también se defienden partiendo jamoncito de jabugo para la líder (o lo que queda de ella) de Europa

Foto: Pedro Sánchez, en rueda de prensa con la canciller alemana, Angela Merkel. (EFE)
Pedro Sánchez, en rueda de prensa con la canciller alemana, Angela Merkel. (EFE)

La vida está hecha de ironías. Zurcida de equivocaciones y jalonada de errores. Pero ninguno es definitivo, salvo cuando la parca te anuncia que está dispuesta a transportarte.

Escribo lo anterior porque recién llegado Pedro Sánchez a la secretaría general del PSOE hubo unas elecciones en Alemania y el hispánico jefe socialista –antes de conocerse el resultado del partido– tuvo palabras de desprecio y desdén hacia la canciller teutona.

Ahora, el Sánchez presidente del Gobierno se deshace en elogios y gestos hacia la cuitada mandamás del gobierno alemán. Tiene toda su lógica de poder. Sánchez es socialdemócrata, o eso dice. Merkel es democristiana, o eso dice. Ambos son los primeros ejecutivos de dos naciones clave dentro de la Unión Europea. La segunda atraviesa por problemas por su precariedad parlamentaria en el Bundestag; el primero está al pairo de lo que dicten cada semana separatistas, podemitas y nacional/carlistas. Ambos tienen entre sus manos administrar un serio problema en cuestión de inmigración y ambos, uno más que otro, tienen que cuadrar unas cuentas públicas que se descontrolan en cuanto alguien se descuida.

Foto: La canciller alemana, Angela Merkel, recibe al presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, el pasado junio en Berlín. (EFE)

En la salida de Pedro Sánchez como primer ministro al primer Consejo Europeo al que asistió se pudo describir cómo el madrileño buscaba desesperadamente una foto con la veterana canciller, ya en sus horas bajas dentro de la política y el poder institucional alemán. Ni se lo reproché entonces ni le voy a reprochar ahora que agasaje –incluso hasta la horterada– a la todavía poderosa y decisiva canciller. Me parece de perlas que utilice los maravillosos parajes del Parque de Doñana para influir en doña Angela. Antes lo hizo Felipe González con el canciller Helmut Kohl y posteriormente José María Aznar con Sarkozy y con todo aquel al que apetecía comerse unos camarones por aquellos lindos parajes.

Los intereses nacionales, llegado el caso, también se defienden partiendo jamoncito de jabugo para la líder (o lo que queda de ella) de Europa.

Ignoro si el poder desgasta. Lo que tengo meridianamente claro es que transforma.

La vida está hecha de ironías. Zurcida de equivocaciones y jalonada de errores. Pero ninguno es definitivo, salvo cuando la parca te anuncia que está dispuesta a transportarte.

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