Quieren un Rey invisible y de incógnito

El constitucionalismo, dicen, se ha movilizado para defender al Rey en los actos conmemorativos 17-A, donde las víctimas parecen ser lo de menos e importar una higa a los secesionistas, que siguen a lo suyo. Solo por ello, la cuestión separatista merecería una pensada por parte de aquellos que les sustentan.

Hace unos días, en el programa 'Espejo Público' (A3), un joven y dicharachero portavoz de Òmnium cuyo nombre no recuerdo, advertía al rey Felipe que no levantarían bandera contra él durante su presencia en Barcelona “si se presenta con discreción, imparcialidad… y no tocando el tambor”, vino a decir el individuo en cuestión.

El Rey, que continúa siendo jefe del Estado a tenor del orden constitucional, lleva doce meses adornandola diana separatista. Tiene su lógica. Cuando la subversión contra el Estado alcanzó su cénit, Felipe VI se alzó con poderosas razones que, además, eran inevitables. ¿Acaso cometió delito o desmerecimiento el jefe de ese Estado que desde las instituciones autonómicas (que también son Estado) se intentó volar a sabiendas el andamiaje democrático que los españoles –catalanes en primera línea– se dieron a sí mismos?

Pero, oiga, ¿qué broma es esta? ¿Acaso se le podría reprochar al presidente Macron que acudiera al rescate de Francia si los corsos decidieran unilateral y forajidamente poner en almoneda la existencia del Estado galo? ¿Acaso se podría poner reparo alguno si el inquilino de la Casa Blanca decidiera apelar al espíritu de Filadelfia si Alabama, Texas o Kentucky decidieran poner en un brete a la Unión? Por cierto, cosa que ya ocurrió durante la presidencia de JFK cuando el gobernador George Wallace decidió desobedecer una orden ejecutiva que llegó desde la Presidencia. La respuesta de los hermanos Kennedy (demócratas) la saben todos los lectores.

Si algún reproche pudiera hacerse al Rey –impecable en su actuación en medio de dificultades sin cuento– es precisamente la paciencia que derrocha respecto a desplantes y ofensas intolerables. No a Felipe de Borbón y Grecia, no. Al Rey de España.

Por lo demás, ya sabe lo que opino respecto a la permanencia de la Corona. Tendrá que escoger las mejores circunstancias para someter al refrendo del pueblo, por una vez y por todas durante al menos medio siglo, lo que la Constitución reconoce.

Rey de tapadillo, no. Rey de incógnito, menos.