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Rajoy se 'escaralla'
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Graciano Palomo

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Rajoy se 'escaralla'

Si hubo algo que molestó a Rajoy en sus rifirrafes con Sánchez fue cuando en un cara a cara durante el debate electoral (2015) le llamó "indecente". No lo olvidará nunca

Foto: Mariano Rajoy abraza a Pablo Casado tras ser elegido presidente del PP. (EFE)
Mariano Rajoy abraza a Pablo Casado tras ser elegido presidente del PP. (EFE)

Silente, como prometió, Mariano Rajoy (arrojado por la ventana parlamentaria con algún argumento justo durante la moción que todavía no ha sido explicada en profundidad) abandona Santa Pola para estrenar su nueva plaza madrileña en calidad de registrador de la propiedad. Al menos, no cuesta un euro al contribuyente.

El tipo de hielo, vapuleado mediáticamente desde el momento mismo en el que llegó al poder, cometió un error imperdonable cuando se hizo cargo en el poder. En lugar de haberse dirigido a la nación para apuntalar la herencia recibida (España en la más absoluta quiebra) prefirió aguantar las hostias que le llovían pensando que eso no tendría ningún recorrido. Si le hubiera dicho al pueblo directamente y sin "rojos vivos" los bueyes con los que tuvo que arar, probablemente el resultado de las elecciones del 2015 hubiera tenido otro destino. Lo mismo si hubiera cortado de un tajo/tajo los cordones umbilicales de los Bárcenas y demás compañeros corruptos. No lo hizo. Ahora ya es pasto de historiadores.

Ahora se fuma un puro con rictus de sorna galaica al leer las noticias de las fechorías "intelectuales" de quien se sienta en el que fue su sillón

Si hubo algo que molestó a MR en sus rifirrafes con Sánchez —en el fondo despreciaba en el madrileño lo que consideraba "frivolidad" e "inconsistencia"— fue cuando en un cara a cara durante el debate electoral (2015) le llamó "indecente". No lo olvidará nunca. Ahora se fuma un puro con ese rictus que le adorna dentro de su permanente sorna galaica cuando lee las noticias referidas a las fechorías "intelectuales" de la persona que se ha sentado en el sillón que fue de él durante siete largos años.

Silente, como prometió, Mariano Rajoy (arrojado por la ventana parlamentaria con algún argumento justo durante la moción que todavía no ha sido explicada en profundidad) abandona Santa Pola para estrenar su nueva plaza madrileña en calidad de registrador de la propiedad. Al menos, no cuesta un euro al contribuyente.

Mariano Rajoy