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Cuando a Sánchez lo tratan como a un pelele
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Graciano Palomo

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Cuando a Sánchez lo tratan como a un pelele

Los delirios de los sátrapas no se paran con cataplasmas. Confunden moderación con sometimiento

Foto: Pedro Sánchez preside la reunión del Consejo de Ministros. (Reuters)
Pedro Sánchez preside la reunión del Consejo de Ministros. (Reuters)

Pedro Sánchez es el presidente del Gobierno. Por tanto, mi presidente. Mientras esté en el ejercicio legal del cargo me representa y nos representa a todos. Exijo respeto y consideración al primer ejecutivo de la nación.

¿Qué veo? Amenazas, amenazas y más amenazas. Frente al "diálogo" y la "empatía" de Pedro Sánchez con los separatistas catalanes recibe respuestas como esta: "Le doy un mes de plazo…"; "nuestra paciencia se está acabando…" le espetan desde el otro nada del nacionalismo vasco (soberanista) que son los mismos que traicionaron a Rajoy en el ínterin de una semana y después de llenar la caja.

¿Qué sucede? Lo primero es que la opinión pública catalana, española y europea está atónita. Unas imágenes de las turbas penetrando en recintos oficiales, pisoteando la bandera y pasando por encima de los agentes del orden —ya sean Mossos o Policía Nacional—, adueñándose de las calles y de todo lo que se les pone por delante. Unas imágenes que es difícil de creer se produzcan en espacio europeo. Lo segundo es que frente a acontecimientos de enorme gravedad para la supervivencia del Estado, el responsable de poner coto a desvaríos anunciados, pronunciados y perpetrados, resta importancia al órdago golpista transmitiendo una sensación de impotencia y, lo que es más grave, de que acepta la humillación a diario.

El problema no es, amigos, el separatismo. El problema es el gobierno Sánchez que avergüenza a sus propios conmilitones

Una corresponsal europea acreditada en Madrid me confesaba que lo que está en cuestión en España va mucho más allá del acontecer hispano: afecta de plano a Europa; "Es entendible que nadie se tome en serio al presidente Sánchez, incapaz de poner orden en su propia casa…".

Los delirios de los sátrapas no se paran con cataplasmas. Confunden moderación con sometimiento. Ya le pasó a Mariano Rajoy y a Soraya Sáenz de Santamaría. Por lo que sé, Sánchez no escarmienta en cabeza ajena. Todo el mundo (literal) sabe a estas alturas que el jefe del Gobierno le debe su poltrona a Puigdemont. Este es el problema. El fugitivo le avisó hace unos días desde Ámsterdam: "La paciencia de la sociedad catalana (sic) no es infinita…". Infinito es el delirio del cobardica que tiene el descaro de hablar en nombre de la "sociedad catalana…".

Foto: Sánchez preside la foto oficial de su Gobierno tras la incorporación de Carcedo. (EFE)

El problema no es, amigos, el separatismo. El problema es el gobierno Sánchez que avergüenza a sus propios conmilitones. Preguntan a Susana Díaz, Javier Lambán, Emiliano García-Page, Felipe González, Alfonso Guerra etc., etc. Un señero nombre y apellido del socialismo español, Plácido Fernández-Viagas, le recuerda a Sánchez, a su vez, tres dirigentes históricos (Julián Besteiro, Juan Negrín y Fernando de los Ríos) para que defienda al Estado, esto es, que convoque elecciones. Y lo argumenta.

El socialista (sic) Ximo Puig (el periodista sin titulación de la que presume) lo dijo la semana pasada a la salida de la Moncloa: "No va a ser Torra quién convoque las elecciones…". Pues mire usted, señor mandarín valenciano, va a ser qué si. Es cierto que el separatismo se desangra en público, aún se televisa. Pero tiene en sus manos la capacidad de mandar a paseo al Gobierno. ¿Han visto en su vida algo más humillante para una nación libre y soberana?

Pedro Sánchez es el presidente del Gobierno. Por tanto, mi presidente. Mientras esté en el ejercicio legal del cargo me representa y nos representa a todos. Exijo respeto y consideración al primer ejecutivo de la nación.

Mariano Rajoy Mossos d'Esquadra