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Los empresarios, de hartos, se pitorrean
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Graciano Palomo

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Los empresarios, de hartos, se pitorrean

El empresario español, que ejerce como tal en España, lleva muchos lustros dentro del armario. No ha sido capaz de trenzar un relato cabal, extensible y creíble

Foto: Pedro Sánchez, entre Francisco Riberas y Juan Corona, presidente y director general del Instituto de la Empresa Familiar, respectivamente. (IEF)
Pedro Sánchez, entre Francisco Riberas y Juan Corona, presidente y director general del Instituto de la Empresa Familiar, respectivamente. (IEF)

Jamás hubo una reunión del Instituto de Empresa Familiar en los 21 años de existencia donde sus miembros, que representan un alto porcentaje del PIB nacional, se hayan divertido tanto como en su reciente XXI aquelarre celebrado en Valencia. El gran protagonista del evento fue Juan Roig (Mercadona), quien con humor y pimienta aderezó un pesimista cuadro político que "obliga al empresariado a salir del armario".

El empresario español, que ejerce como tal en España, lleva muchos lustros dentro del armario. No ha sido capaz de trenzar un relato cabal, extensible y creíble sobre su rol en una sociedad moderna y si existe "sector público", en efecto, lo es porque existe "sector privado". Hubo algunos intentos al inicio de la Transición y años después pero siempre se estrellaron contra el poderío de la izquierda en el frente del 'agriprop'.

Sabía Sánchez que no iba a ser bien recibido —ni un aplauso, ni un guiño de complicidad— porque sus Presupuestos entienden que son letales

En ese mismo encuentro, otro empresario de campanillas (que se forró durante el gobierno de Zapatero a cuenta de Endesa, entre otras cosas), José Manuel Entrecanales animó a sus pares e impares a incorporarse a la política activa "ante el deterioro de la política". ¡Manda huevos!

El parecer esencial de tan distinguidos empresarios —con saga y futuro— se dejó para la visita relámpago del jefe del Gobierno que giró visita porque todos los presidentes han gustado de arroparse con los señeros empleadores de ayer y de hoy. Sabía Sánchez de antemano que no iba a ser bien recibido —ni un aplauso, ni un guiño de complicidad— porque sus Presupuestos entienden que son letales para la economía nacional y sus cacareadas medidas económicas no las entienden ni comparten casi nadie, salvo Isidro Fainé. Y, además, no convoca elecciones para despejar incertidumbres como le exigen el mundo de la empresa y el dinero.

Sánchez llegó en su Falcon "particular" a Manises, le ha cogido gran cariño al aparato, saludó con la mirada huidiza, balbuceó algo e hizo mutis por el foro. El horno de Mercadona no cocía precisamente ese día el pan.

Jamás hubo una reunión del Instituto de Empresa Familiar en los 21 años de existencia donde sus miembros, que representan un alto porcentaje del PIB nacional, se hayan divertido tanto como en su reciente XXI aquelarre celebrado en Valencia. El gran protagonista del evento fue Juan Roig (Mercadona), quien con humor y pimienta aderezó un pesimista cuadro político que "obliga al empresariado a salir del armario".

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