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Pelea de gallos en el centro derecha
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Graciano Palomo

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Pelea de gallos en el centro derecha

Un país moderno, una nación con fuste, hoy solo puede gobernarse y dirigirse desde la moderación y una gran hartura de centrismo

Foto: Albert Rivera junto a Pablo Casado en una foto de archivo. (EFE)
Albert Rivera junto a Pablo Casado en una foto de archivo. (EFE)

Obvio conscientemente lo que se ha venido en denominar "derecha extrema" porque, se pongan como les dé la real y democrática gana, no irán a parte alguna, salvo que Europa decida convertirse a sí misma en un inmenso carajal antiliberal. Un país moderno, una nación con fuste, hoy solo puede gobernarse y dirigirse desde la moderación y una gran hartura de centrismo.

Aquí y ahora se necesitan amplias mayorías sociales, en primer lugar, políticas después, para poder enmendar los inmensos desaguisados que nos presiden. Escribo y hablo de posibilidades reales de gobierno para poder llevar a cabo reformas que se han demostrado a lo largo de la Historia mejores y más eficaces para el pueblo que las revoluciones (salvo algunas).

Foto: El líder del PP, Pablo Casado (i), y el de Ciudadanos, Albert Rivera (d). (EFE)

Contemplado el panorama patrio a vista de pájaro uno tendría la tentación de concluir que la lucha feroz entre el Partido Popular y Ciudadanos solo tiene un ganador: Sánchez. Es normal, y hasta saludable, el debate partidario por llevarse el voto al agua… ¡Faltaría más! En eso consiste, entre otras cosas, la política en democracia. Lo que no tiene mucho sentido es navajearse en cuestiones sustanciales, verbigracia, la permanencia y supervivencia del Estado, las garantías ciudadanas y sus libertades en toda su extensión o confundir la velocidad con el tocino.

No parece que dos partidos constitucionalistas netos y latos dejen pasar la ocasión de retratar a los que no lo son por un quítame ahí esos votos. No parece que sea un estadio propicio para ganar adeptos; más bien al contrario. La mayoría constitucionalista y libre de españoles no lo entenderán.

Democracia es también entenderse. Jugar limpio y encender de cuando en vez luces largas.

Obvio conscientemente lo que se ha venido en denominar "derecha extrema" porque, se pongan como les dé la real y democrática gana, no irán a parte alguna, salvo que Europa decida convertirse a sí misma en un inmenso carajal antiliberal. Un país moderno, una nación con fuste, hoy solo puede gobernarse y dirigirse desde la moderación y una gran hartura de centrismo.