Garamendi entra en éxtasis bajo el síndrome de Estocolmo

Antonio Garamendi, el señor de Neguri, que ha hecho una rutilante carrera "política" al frente de CEPYME y ha visto recompensado su buen trabajo entre la pequeña y mediana empresa con la presidencia de la "gran patronal" (Marcelino Camacho dixit) CEOE no es una excepción que confirma la regla.

Exceptuando a Carlos Ferrer Salat, el primer presidente CEOE, aquel señorito catalán que alternaba los caballos de pura sangre con algunas horas dedicadas al 'lobby' empresarial, todos los presidentes de empresarios han pasado por el aro que les sitúa el poder político constituido, esto es, el Gobierno. Ingenuo de mí, pensaba que los tiempos habían cambiado en este campo. Resulta que más bien al contrario. A Garamendi, le han sobado levemente el lomo desde Moncloa, le han subido al 'air force one', le han llevado a Cuba y de repente a descubierto a los Castro, el talento de Sánchez y las bondades de un Gobierno que se preocupa de los empresarios. El 'aggiornamiento' lo ha hecho en cuestión de horas, batiendo todos los récords inimaginables que para eso es de Bilbao el jambo.

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Juanma Romero. La Habana

Cierto es que fue elegido presidente de CEOE por aclamación. Es que no se presentó nadie más. Pero, hay que escribirlo, Antonio Garamendi venía de hacer una gestión atildadita, notable y ajustada en CEPYME. Cierto es también que unos días antes de su elección como "gran patrono", desde el Congreso de la Empresa Familiar —¡este sí que es un 'lobby' fáctico en toda la regla— José Manuel Entrecanales (Acciona) le mandó un recadito inequívoco en forma de desprecio a CEOE "donde mandan los que no han sido empresarios en su vida…".

Lo decía más bien por el saliente Joan Rosell, consejos de administración al canto. Pero dejaba el mensaje al vizcaíno por si terminaba por creerse que es de verdad.

Pedro Sánchez lo hace todo, lo interpreta todo, lo malicia todo en base a su ego y su determinación de permanencia en el poder. Si el poder sabe que es una brizna al que ventean todos los vientos. A su obsesión —casi conseguida— de sustanciar una "brunete mediática progubernamental", va otra estimada en argamasar una plataforma empresarial "sanchista". Es por ahí, donde reputados colegas de Garamendi, que no deben nada al poder político (de ahora y de antes) creen que hay un peligro para emprendedores y gentes que se juegan su pan y su patrimonio.

No les ha gustado el primer viaje de su nuevo presidente, agasajado por Sánchez y a cuenta del contribuyente. Mucho menos que haya aceptado el rol de ser el pregonero del que muchos de sus colegas consideran 'okupa' de la Moncloa.