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Esa señora canosa de 40 años
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Graciano Palomo

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Esa señora canosa de 40 años

Ha funcionado. Con sus cosas negativas, naturalmente, pero con una tarjeta de éxitos realmente notables. Democracia. Tolerancia

Foto: Actos por el 40 aniversario de la Constitución en Valladolid. (EFE)
Actos por el 40 aniversario de la Constitución en Valladolid. (EFE)

El tiempo todo lo puede. Sus decretos-leyes resultan inexorables. Escribo esto a propósito de los muchos y muy diversos espectáculos a propósito de la Constitución del 78 que describen, a mi modesto y leal entender, parte de lo que nos ocurre.

Veamos. Lo que ocurrió hace 40 años —incluso dos años antes de firmarse la del 78— fue que los vencedores y los perdedores de una terrible Guerra Civil acordaron que ya estaba bien de tragedias y de odios africanos. Unos y otros, que habían disparado (literal) desde trincheras enemigas, entendieron que seguir a la greña era tal dislate y tal contra-dios que se demandaba un pacto civilizado para que a partir de ese momento en España mandaran los que el pueblo decidiera. Punto. Por eso se suscribió la Constitución y se mandó al averno histórico a paseo. Punto.

Foto:  Felipe VI, en el Congreso. (Limited Pictures)

Ha funcionado. Con sus cosas negativas, naturalmente, pero con una tarjeta de éxitos realmente notables. Democracia. Tolerancia. Gobierno de mayorías con respeto a las minorías. Ha funcionado. Lo que nos encontramos cuatro décadas después es que los extremos se citan en la calle sin la agresividad del 33/36 —¡faltaría más!—, pero se empieza por las palabras. Unos invocan el "fascismo" y otros el "stalinismo"; en medio, la Constitución gritando acuerdo, pacto, sensatez, moderación, un poco de centrismo, ¡'si us plau'!

Los que más gritan ¡democracia!, resulta que se conducen con las vísceras y la testosterona. Los lo que levantan el puño a modo de trinchera y llaman a defenderse "barrio por barrio" son los que gracias a la Constitución del 78 —que no fue de parte— han conseguido sin mucho esfuerzo encaramarse al poder y disfrutar opíparamente de el.

La izquierda y los nacionalistas perdedores entraron en las reformas porque eran conscientes de que la sociedad española era plural

En realidad, aquel pacto constitucional era lo única salida posible. Los herederos sociológicos y familiares del franquismo eran conscientes de que con esa vitola no podían conducirse por el mundo libre, ni podían ser admitidos en los clubs exclusivos de las naciones donde se decidían las cosas mediante el voto. La izquierda y los nacionalistas perdedores entraron en las reformas Borbón/Suárez porque eran conscientes de que la sociedad española era plural, anhelaba mayoritariamente el centro y bajo ningún concepto albergaría en su seno posiciones guerracivilistas 'again'. De modo y manera, que era el Pacto por antonomasia lo que acabó por imponerse. Aquellos dirigentes asombraron al mundo cuando el mundo apostaba porque de nuevo los españoles terminaran dándose de hostias.

El milagro se llamó Constitución. Hoy el milagro vuelve a llamarse Constitución, incluso reformada, modernizada y maquillada, si se quiere. Cuando le ha ido bien a España ha sido huyendo de los extremos, situándose en la moderación tanto en el poder como en la oposición. Es un hecho histórico irrefutable.

El resto, averno puro.

El tiempo todo lo puede. Sus decretos-leyes resultan inexorables. Escribo esto a propósito de los muchos y muy diversos espectáculos a propósito de la Constitución del 78 que describen, a mi modesto y leal entender, parte de lo que nos ocurre.

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