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Del meditado discurso del Rey a las amigas de la Reina
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Graciano Palomo

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Del meditado discurso del Rey a las amigas de la Reina

El Rey se envolvió —con misión y visión— en las nuevas generaciones que, al fin y a la postre, son las más damnificadas por el quilombo catalán y la quiebra de esa convivencia

Foto: Fotograma del discurso del rey Felipe VI. (RTVE)
Fotograma del discurso del rey Felipe VI. (RTVE)

Algo gordo está sucediendo en la España del siglo XXI cuando el jefe del Estado tiene que pronunciar su discurso de Navidad –que tampoco es necesariamente perentorio- surcando los conceptos, tratando de no chocar con las palabras, de rodillas ante una realidad anómala, para ir al final a refugiarse en lo obvio. El rey Felipe y el círculo interior que le asiste esperó hasta el último minuto para grabar su mensaje navideño, siempre pendiente a esa maldición que preside el inicio mismo de su reinado: la secesión catalana. No es precisamente un problema baladí.

Han pasado 40 años desde que la palabra CONVIVENCIA fue la reina del acontecer español a la muerte y entierro del general Franco. Algo tan obvio que sin ella Felipe de Borbón no hubiera sucedido a su padre en Somontes, ni yo estuviera escribiendo esta columna periodística. CONVIVENCIA. Pasito y medio adelante, uno atrás.

El Rey se envolvió —con misión y visión— en las nuevas generaciones que, al fin y a la postre, son las más damnificadas por el quilombo catalán y la quiebra de esa convivencia en buena parte del acontecer nacional. Dijo lo que tenía que pregonar. Punto.

Algunos de los nombres de las "amigas de la tele" de la Reina son sospechosos, incluso de presumir de su amistad en los podridos pasillos de RTVE

Me llegan noticias maliciosas —todo lo referido a la reina Letizia tiene un tinte morboso que no soy capaz de explicar— respecto a una cena con "amigas" de la tele y las consiguientes copas en el Madrid navideño. Normal. ¿Dónde está el quilombo? Lo que no es normal es que la Reina tenga "amigas". Los Reyes no pueden tener "amigos". Pueden tener gente de más o menos confianza pero no "amigos" emulando a la antigua "Corte". Algunos de los nombres de las "amigas de la tele" de la Reina son altamente sospechosos, incluso de presumir de su amistad en los podridos pasillos de RTVE donde las aguas no bajan precisamente cristalinas, el partidismo se da por descontado, el talento no fluye por los arroyos, ni la objetividad informativa se puede describir. Esa lista de "amigas" tienen nombres y apellidos. Yo la tengo.

¡Ojo, Señora!

Algo gordo está sucediendo en la España del siglo XXI cuando el jefe del Estado tiene que pronunciar su discurso de Navidad –que tampoco es necesariamente perentorio- surcando los conceptos, tratando de no chocar con las palabras, de rodillas ante una realidad anómala, para ir al final a refugiarse en lo obvio. El rey Felipe y el círculo interior que le asiste esperó hasta el último minuto para grabar su mensaje navideño, siempre pendiente a esa maldición que preside el inicio mismo de su reinado: la secesión catalana. No es precisamente un problema baladí.

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