¿Se ocupa alguien de la economía?

Seis meses después de haber llegado al poder, el gobierno Sánchez no ha hecho nada, absolutamente nada, en un asunto transcendental como es la economía. Ha anunciado reparto, eso sí, pero olvidando que solo se puede repartir cuando hay.

La RTVE de la apesebrada Mateo, la adlátere Alegría (¡que oposiciones internas aquellas de Valladolid!), las del viscoso Heizzmann y el resto de los deudos televisivos perfectamente descriptibles, han hecho resonar unos timbales que apenas nadie ve y menos escucha, porque oficialmente el 2018 se despide con medio millón menos de parados. ¿Quién en su sano juicio va a dejar de alegrarse si esa cifra fuera cierta? Sucede, sin embargo, que la economía actual vive de la inercia producto de las reformas del gobierno anterior y sobrevive a pesar de las incertidumbres y dudas que suscita el actual Ejecutivo. Baste con oír a cualquier empresario —grande, mediano y pequeño— de cualquier sector para confirmar lo que aquí se escribe.

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Ángel Collado

A Sánchez la economía general y su marchamo le importa en tanto en cuanto le beneficie en su principal interés: seguir en el machito. Ni sabe, ni oye, y menos escucha. Si le importara haría lo posible por facilitar acuerdos mínimos siquiera para el crecimiento económico en lugar de echar ácido sulfúrico en las heridas todavía no curadas. Por ejemplo y sin ir más lejos, se habría puesto manos a la obra para sanear las finanzas públicas —como exigen Bruselas, el FMI y todos los organismos internacionales— en lugar de disparar el déficit público de nuevo y abrir una brecha de gasto superior a los diez mil millones de euros.

Lo que nos espera para el 2019 puede resultar menos halagüeño que lo ocurrido en el 2018. Exceltur, anuncia una caída importantísima en el número de turistas (nuestra principal industria), el escenario internacional con las tensiones comerciales entre China y USA, amén del impacto del Brexit, no echará una mano a nuestras empresas. A lo que hay que unir domésticamente la inestabilidad política generada por un gobierno radical en la teoría e inoperante que somete cualquier reforma a sus intereses políticos partidistas.

Pudiera ser que todo ello pase de nuevo factura, y en breve, al Estado de Bienestar de los españoles que tanto dicen defender. Todavía sin recuperarse del todo de la enorme crisis padecida en años anteriores.

La recaída será mucho peor que la caída.