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PP: ¿Rearme ideológico? ¡Cultura del mérito!
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Graciano Palomo

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PP: ¿Rearme ideológico? ¡Cultura del mérito!

Un jefe del PP no puede elegir a su equipo de colaboradores sobre la fidelidad perruna y no puede penalizar la crítica razonada y constructiva

Foto: Pablo Casado en un acto en Madrid. (EFE)
Pablo Casado en un acto en Madrid. (EFE)

Se ha presentado la Convención Nacional del Partido Popular como una ocasión 'ad hoc' para el "rearme" ideológico. Se trata, teóricamente (gobernar luego es algo esencialmente distinto y aún contrapuesto a los propios presupuestos ideológicos), de sustanciar unas ideas fundamentales, respeto a la pervivencia del Estado y, finalmente, la articulación de la sociedad con unos ciertos valores como referentes.

Todo lo anterior en pleno siglo XXI tiene su aquel porque los tiempos han cambiado que es una barbaridad. Desde mi modesto punto de vista, creo que para el "rearme" al que se viene refiriendo insistentemente Pablo Casado basta y sobra con una palabra: mérito.

Foto: El presidente del PP, Pablo Casado. (EFE)

Es el centro-derecha el lugar político/social apropiado para ponerse en pie blandiendo ese santo y seña: mérito. Mérito para elegir la dirigencia; mérito para distribuir responsabilidades inicialmente partidarias y posteriormente institucionales.

¿Qué mérito? ¿Sobre qué bases? Inteligencia, capacidad de trabajo, honradez, empatía social, esfuerzo y solidaridad interna y externa. La "revolución del mérito" es la gran asignatura pendiente que tiene España desde los Reyes Católicos. Escrito por corto y por derecho: todo lo contrario a cooptar a los que dirigen en base al amiguismo, nepotismo y el pelotilleo. El PP debería haber aprendido esa lección. Un jefe del PP no puede elegir a su equipo de colaboradores sobre la fidelidad perruna y no puede penalizar la crítica razonada y constructiva que ponga en jaque al propio comandante en jefe y sus derivas.

La "revolución del mérito" es la gran asignatura pendiente que tiene España desde los Reyes Católicos

Casado debería aprender de los ejemplos que tiene muy próximos, Aznar y Rajoy. Ambos optaron por nombrar ministros a tipos que no deberían haber pasado de jefes de negociado y lo hicieron porque les eran cómodos. De los de Aznar prefería no acordarme, pero no puedo pasar por alto a Jaume Matas y, si se me apura, al pobre y abandonado Eduardo Zaplana. Rajoy nombró nada menos que ministro del Interior a Jorge Fernández Díaz, José Manuel Soria o José Manuel García Margallo. Porque eran sus amigos. Ninguno de los tres, en solitario y con libertad, hubiera sido elegido jamás ni como concejal de sus respectivos pueblos. Este debería ser el "rearme" del PP, esencialmente, y que estaría entroncando con el signo de los tiempos.

Si no aprende esto tan elemental, el dinero que ha costado montar la Convención Nacional se podía haber dedicado a la madrileña parroquia del Padre Ángel que, al menos, tiene un gran tirón mediático y es un tipo que moja en todas las salsas.

Dejo la existencia, ¡vaya si existe!, de la oposición interna para la próxima semana. Tampoco se trata de hacer explotar las burbujas en pleno fervorín.

Se ha presentado la Convención Nacional del Partido Popular como una ocasión 'ad hoc' para el "rearme" ideológico. Se trata, teóricamente (gobernar luego es algo esencialmente distinto y aún contrapuesto a los propios presupuestos ideológicos), de sustanciar unas ideas fundamentales, respeto a la pervivencia del Estado y, finalmente, la articulación de la sociedad con unos ciertos valores como referentes.

Pablo Casado