La Trifálica

Nunca podremos agradecer lo suficiente a Pedro Sánchez los espectáculos montados por algunas (os) de sus ministras (os) en estos ocho meses que ha durado el mandato del señor presidente en funciones.

Vimos desfilar al inefable Máximo Huerta; a Isabel Celáa con sus morteradas de millones; al ministro astronauta con sus enjuagues patrimoniales; a Ábalos con sus ONG y el enchufe de su mujer; a un desmejorado Marlaska desfilando orondete ante los batallones de los guardias civiles y a la buena Calvo con sus discursos impropios de una señora que se autotitula como catedrática de Derecho Constitucional.

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Sara de Diego

Pero ninguna estrella tan rutilante como la amiga de Baltasar Garzón, el juez inhabilitado, llamada Dolores Delgado a la que se vio muy entregada hace unos días en el proletario restaurante La Manduca de Azagra. Supongo que la factura iría a engrosar los gastos reservados al ministerio de Justicia.

Lo que me aseguran desde el núcleo duro del PSOE es que Delgado jamás volverá al banco azul

Delgado es un espectáculo en sí misma. Subsistió a su gran amistad con el comisario Villarejo, a las obscenas conversaciones sobre sexo (en plan machista que pasarán a la historia) y a las acusaciones a miembros del Tribunal Supremo. También a sus majestuosas intervenciones parlamentarias que harían palidecer al mismísimo Winston Churchill.

Luego se fue a la cadena SER, con otra activista de la cosa, y ahí habló de la 'trifálica' demostrando que tiene auténtica obsesión por el sexo masculino. ¿Qué le sucederá a esta señora? Lo que oigo sobre ella no lo quiero creer. Pero a tenor de cómo se conduce no voy a tener más remedio.

Lo que me aseguran desde el núcleo duro del PSOE es que jamás volverá a sentarse en el banco azul.